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—Si ese es el caso, quizá deba recortar mi barba todos los días —él me provoca.
—Entonces estarás afeitado y los lobos de aquí huirán pensando que te has vuelto loco —me burlo de él mientras peino y esponjo su barba para deshacer todos los enredos—. Esto ayudará a aflojar su barba, haciendo más visibles los pelos que crecen rápido. Necesito poder ver qué áreas están más llenas para poder nivelarlas según sea necesario.
Grandes palmas se lanzan hacia delante para agarrar mis caderas y acercarme a él, de modo que mis senos besen su pecho tonificado. —Esta es una posición más deseable —él gruñe con voz ronca y yo respiro con dificultad porque ha colocado mi coño justo sobre su dura y sólida polla—. Sucio macho.
—Ya has comido hoy —me quejo empujándole el pecho.
—Siempre te necesito —pronuncia ásperamente sin permitirme retroceder—. Estoy destinada a permanecer como estoy.