Detiene su mirada clavándola en la mía con urgencia de retenerla, pero yo no encuentro sus globos invocadores, mirando hacia afuera, hacia la terraza abierta. —Los cuentos que escuchaste después de que me abandonaste en mi manada cuando tenía dieciocho no son verdaderos. Esto es todo lo que necesitas saber.
—No te abandoné. Te estaba protegiendo, Drahá.
—Como sea que lo llames. Siempre fuiste un macho cruel, simplemente me negué a reconocerlo porque así es cuanto te apreciaba en mi alma. Y supongo que deseas preguntarme acerca de mi relación con tu hermano —cuando me giro para enfrentarlo, él aparta la mirada de mí, tragando nervioso. Sí, quiere saber.
—Supongo que te resulta arduo besarme porque imaginas mis labios cometiendo actos pecaminosos con otros machos, incluyendo a Deimos, ¿no es así? —Retengo la respiración, implorando a la diosa esperando que no sea verdad. Esperando que haya otra razón para ello.