—Si intentas ir en contra de mis deseos, gritaré. —Una advertencia que le doy mientras aprieto el pastel y el regalo de Kal más fuerte contra mi pecho, buscando desesperadamente una forma de huir de él. Un suspiro de alivio pasa por mis labios cuando contemplo el arco de flores recientemente decorado y el jardín bullicioso lleno de lobos charlatanes y música melodiosa.
—Discutiremos esto más tarde. Hay una finalidad en su tono que me indica que no debo discutir con él sobre esto.
—No quiero —respondo mientras un profundo gruñido de desaprobación sale de su pecho. —Le resulta frustrante mi evidente desprecio por su autoridad. Si él piensa que soy una de sus lobas a las que simplemente puede ordenar, está terriblemente equivocado.