—Sabes... ahí abajo.
—No tengo idea de a qué te refieres. Puedo tocarme en cualquier parte y tú necesitas ser más precisa, Tea —este macho sin vergüenza sabe exactamente a qué me refiero, simplemente desea burlarse de mí como siempre.
—No me hagas decirlo en voz alta, estúpido macho —grito levantando la almohada de plumas de mi lado y colocándola sobre mi rostro para protegerme de su mirada inquisitiva.
—Di lo, déjame oírte decirlo —él intenta quitarme la almohada y yo suelto una carcajada luchando por mantenerla en su lugar. Un juguetón tira y afloja hemos comenzado —Drahá —él gruñe como advertencia a mis travesuras.
—Fobos, para —chillé riendo nerviosamente con el corazón acelerado.