El pecho me agita mostrando mis caninos a él, gruño por mi decepción hacia él y él lo ve. Su manada está desconcertada por mis acciones, les parece sorprendente pero lo contemplan con claridad. No saben si alabarme por mi danza o reprenderme por la amenaza evidente que presenté a su Alfa.
—Espero que hayas disfrutado de mi actuación, Vůdce —miro hacia la hembra que me mira con los ojos entrecerrados, una traza de sonrisa en su rostro. Arrojo los cuchillos al suelo, levanto la cabeza y tomo mi camino directo hacia la cabaña, mi presencia ya no es necesaria para ellos.