—¿Qué tonterías estás diciendo? —El rostro de la esposa del Primer Ministro se volvió severo, desprovisto de cualquier ternura.
—Las reglas de nuestra familia siempre han sido claras: no se toman concubinas a menos que no haya herederos, ¡mucho menos convertirse en amante de alguien!
Al escuchar esto, Lu Yanyan rompió a llorar y negó con la cabeza.
—Olvidémoslo, olvidémoslo. Parece que él y su familia me desprecian. ¿Por qué debería molestarme?
La esposa del Primer Ministro se sorprendió ante las palabras de su hija.
Lu Yanyan siempre había sido de carácter fuerte, o despreciaba a los demás o era despreciada por ellos.
Pero ahora, al escuchar que su hija tenía sentimientos por alguien, estaba asombrada.
—Ni siquiera lo has conocido, ¿cómo puedes estar tan segura? A pesar de que tu temperamento puede ser defectuoso, vienes de una buena familia. Los demás no necesariamente te rechazarán. Dime, ¿qué joven caballero ha capturado tu corazón?