Después de reflexionar por un momento, Ye Siheng habló —La apariencia de este Maestro Xue es peculiar.
No tengo miedo de que el Príncipe Heredero sea manipulado, sino de que alguien utilice al Príncipe Heredero para dañar a otros.
—A'li, deberías ir a echar un vistazo.
—Sí —Chu Ye también asintió en acuerdo.
Además de su propia gente, también había muchos ministros y familiares que los acompañaban esta vez.
Si se cometía algún error, él, el valiente general a cargo de organizar la defensa, también sería responsabilizado.
Nanli no tenía intención de quedarse de brazos cruzados y asintió en acuerdo.
A la mañana siguiente, Chu Ye llevó a Nanli a patrullar los alrededores de la Montaña Yuanqiu, con Ye Siheng siguiéndolos naturalmente.
Afortunadamente, ahora era otoño y el sol no era tan abrasador.
Chu Ye temía que su hermana se agotara, así que deliberadamente ralentizó su paso.
Lo que él no sabía era que Nanli caminaba ágilmente por las montañas, sin mostrar signos de fatiga.