Li Zhengkui contó con cuidado.
Sorprendentemente, ¡había cuatro espíritus vengativos enredados alrededor de la Princesa Yuchang!
Si no fuera por el talismán que poseía para ahuyentar a los espíritus malignos, seguramente habría encontrado su fin.
No, su alma habría sido desgarrada, incapaz de encontrar la paz.
Notando su palidez, la Princesa Yuchang frunció ligeramente el ceño, descontenta.
—Maestro Li, ¿por qué está tan pálido? ¿Es la situación demasiado difícil para que resuelva este problema en mi nombre?
Durante los últimos dos años, había sido atormentada por pesadillas de espíritus malévolos tratando de matarla.
Afortunadamente, tenía el talismán para protegerla.
Había buscado la ayuda de sacerdotes taoístas, pero con poco éxito.
Ahora, los sucesos se estaban volviendo más frecuentes y podía sentir que su salud se deterioraba.
Quería encontrar a un poderoso maestro para librarse de esta molestia.