Al ver a su tercer hermano ileso, Nanli suspiró aliviada.
—Estoy ilesa —sonrió—. ¿Mi hermano sintió algún temor?
—Estaba aterrado en ese momento, pero con los talismanes que me diste, nos escondimos dentro de la casa, y ese espíritu vengativo no pudo hacernos daño —Chu Huan expresó su gratitud.
Afortunadamente, debido a su amor por la lectura, había estudiado cuidadosamente las instrucciones en el camino.
Así, cuando llegó el peligro, encontró rápidamente y con precisión los talismanes necesarios, no solo protegiéndose a sí mismo sino también salvaguardando a Confucio y a sus compañeros estudiantes.
—Me alegro —Nanli sacó una bolsa de dinero—. Molestaré a mi tercer hermano para que recoja algo de dinero para mí. Cualquiera cuya alma haya salvado de ser succionada deberá pagar diez taeles de plata.
Todavía había algunas energías fantasmales persistentes que necesitaba limpiar, así que tenía que continuar sus esfuerzos.
