Recitando silenciosamente en su mente, Nanli reflexionó: «La ira daña el hígado y el bazo, acelera el envejecimiento y provoca enfermedades».
Tras repetir esto varias veces, su cuerpo y mente se relajaron, y la ira se disipó.
Su rostro recuperó la compostura mientras se inclinaba respetuosamente ante el Príncipe Zhuang.
El Príncipe Zhuang soltó una burla fría: «He oído que la Señorita Chu fue traída de vuelta del Guan, pero me pregunto cuánto habrá aprendido como para atreverse a tomar discípulos».
Imperturbable, Nanli respondió:
—No lo tomé como mi discípulo, simplemente ofrecí orientación en mi tiempo libre.
El Príncipe Zhuang insistió:
—Sin embargo, fue tu enseñanza. Deja de instruir a otros sin las habilidades adecuadas, ¡no te vayas a avergonzar!.
Entre los espectadores, Lu Yanyan se adelantó y exclamó:
—Príncipe Zhuang, no subestimes a la Señorita Chu. Ella demostró una gran habilidad en el Pabellón Feng Yue aquel día.