Aunque la procesión nupcial fue interrumpida a mitad de camino, todavía había asuntos pendientes.
Hoy, Ye Siheng estaba decidido a casarse con Nanli.
Inicialmente, se esperaba que la mansión del Príncipe Yu fuera tranquila y desolada, dadas sus imponentes regulaciones y vastedad. Sin embargo, al llegar, fueron recibidos por una animada reunión de invitados. El eunuco jefe se acercó con una sonrisa, diciendo:
—Mi Príncipe, ¡la princesa ha regresado!
Nanli intuía lo que estaba sucediendo.
El eunuco jefe continuó, aún sonriendo:
—El Príncipe y la Princesa han llegado. Estamos esperando que ustedes rindan honores a los cielos y a los ancestros.
La expresión de Ye Siheng permaneció inalterada, pero sus ojos parpadearon ligeramente.
Nanli volvió a ponerse el atuendo nupcial del cuerpo del títere, una vez más cubriéndose con el velo rojo. Tomó alrededor de media hora.