Nanli siempre fue directa y rara vez se dejaba llevar por los sueños.
Sin embargo, esta noche tuvo un sueño.
En el sueño, nubes y niebla se entrelazaban, creando una escena borrosa.
Ante ella estaba una joven doncella, vestida con un cautivador atuendo carmesí, ondeando al viento.
A medida que Nanli daba unos pasos hacia adelante, la figura de la doncella retrocedía, manteniendo cierta distancia, imposibilitando discernir sus rasgos.
—No te cases —la voz de la doncella era suave y agradable.
Nanli frunció el ceño y preguntó:
—¿Quién eres? ¿Por qué hablas así?
—No te cases con él —repitió la doncella, su voz llena de tristeza—. De lo contrario, lo lamentarás profundamente.
Nanli sintió que la doncella era algún tipo de demonio o fantasma.
Formó un sello con la mano y llamó para desterrar el mal, causando una ligera brisa, pero las nubes y la niebla todavía ocultaban la apariencia de la doncella.
Solo su atuendo carmesí flameaba con más intensidad.