Ace me hizo un gesto hacia el amplio sofá de cuero color nogal en medio de la sala de estar para que tomara asiento. Me senté mientras mis ojos recorrían la espaciosa sala de estar. A diferencia del lujosamente decorado interior de su oficina, la habitación se sentía más cómoda aunque todavía muy agradable a la vista.
El sofá se movió bajo mí por el peso de Ace cuando se sentó a mi lado. Ace me lanzó una sonrisa adorable mientras apoyaba su cabeza en su mano con el brazo descansando en el respaldo del sofá. Sus ojos color avellana me miraban observadores. Estaba cerca y la forma en que me miraba me hacía sentir ligeramente avergonzada.
—Umm… —murmuré para romper el silencio.
—Supongo que necesitamos hablar, ¿verdad? —dijo Ace mientras sus ojos me observaban intensamente.
—Sí… —acepté en un susurro.