—Cuando entramos en la habitación, no me soltabas. Me rogaste que me quedara y cuando pensaste que no lo haría, comenzaste a besarme... —Ace dijo antes de sonreírme.
—¿Hice... eso? ¿En serio?
—Cuando te besé de vuelta, te derretiste en mis brazos y me rogaste que te tocara... —Ace continuó mientras sus ojos me miraban con intenso deseo.
—¿Así fue como me miró esa noche también?
Como si ilustrara lo que pasó esa noche, sus manos acariciaron desde mi cintura hasta mi pecho. Contuve la respiración en anticipación hasta que sus grandes manos masculinas tomaron firmemente mis pechos y comenzaron a manosearlos.
—Cuando masajeé tus pechos, gritaste mientras me rogabas que te tocara más... —Ace continuó con su relato de aquella noche.
—Ahhh... —gemí en voz alta cuando su mano comenzó a masajear mis pechos a través de mi ropa.
