—No fue hasta que sus respiraciones gradualmente se volvieron estables que Jiang Yexun se retiró ligeramente. Sin embargo, su ardiente mirada cayó sobre los labios que acababa de besar, que ahora estaban rojos brillantes y relucientes con un toque de humedad, y sus ojos se oscurecieron una vez más.
—Pero su pequeña juventud educada se había vuelto tan débil que ni siquiera podía levantar la cabeza y solo podía apoyarla en su hombro, jadear ligeramente.
—¿Qué querías decirme justo ahora? —hermano Yexun le dio palmaditas en la espalda para consolarla, una sonrisa jugaba en sus labios.
—La mente de Su Xiaoxiao aún estaba un poco confusa y no podía recordar lo que quería decir, aunque intentaba pensar junto con sus palabras.
—Jiang Yexun la miró con su apariencia suave e indefensa, y su sonrisa se profundizó.