La lengua de Jiang Yexun se apretaba con firmeza contra su paladar superior, luchando por mantener la compostura. Sin embargo, sus instintos estaban fuera de control, especialmente cuando la chica que llevaba a cuestas no dejaba de poner a prueba sus límites.
—¿Por qué estás respirando tan fuerte? ¿Ya no puedes con el peso? —Su Xiaoxiao lo molestaba juguetonamente.
—Ah, tus lóbulos de las orejas están tan rojos, es adorable —la dulce voz de Su Xiaoxiao seguía resonando en el oído de Jiang Yexun. Su cálido aliento acariciaba su lóbulo de la oreja, avivando el fuego de su deseo.
Los ojos de Jiang Yexun estaban llenos de una tormenta de deseo, como si fuera a devorar a la chica que llevaba a cuestas en cualquier momento.
—Compórtate —se rindió con un atisbo de impotencia, pero al hablar, su voz era ronca y llena de deseo.