Después de caminar un rato, Su Xiaoxiao notó que ellos también se dirigían al complejo. Con solo un momento de vacilación, inmediatamente los alcanzó.
—¡Eh, esperen! —Su Xiaoxiao llamó apresuradamente.
Su voz suave y dulce tenía una ternura en ella, y hizo que los jóvenes sintieran como si escucharan algo divino. Se volvieron curiosos y vieron a una chica con ojos en forma de almendra y mejillas rosadas corriendo hacia ellos. Parecía suave y obediente, con ojos brillantes. El dorado sol de finales de otoño resaltaba sus largas y rizadas pestañas, haciéndolas especialmente notables. Parpadeaban como exquisitas muñecas en un escaparate.
Los jóvenes de repente sintieron que sus corazones latían aceleradamente como si algo los hubiera golpeado.