—¿Crees que no te voy a golpear solo porque mi herida no ha sanado todavía? —inhaló profundamente Jiang Yexun y soltó una risa sarcástica.
—¿Podré escapar de esta golpiza? —Jiang Yexun contestó con una pregunta.
—¿Creías que te ibas a librar con solo una paliza, maldito niño que secuestró a mi hermana? —Su Hongcheng rechinó los dientes con fiereza.
En cuanto esté curado, le dará a Jiang Yexun una paliza al menos tres veces al día. Ese es el mínimo.
—En ese caso, he estado esperando. No te preocupes, no me escaparé —afirmó Jiang Yexun, con voz tensa.
Sabía que tenía que soportar esas palizas para pasar al siguiente paso de casarse con Su Xiaoxiao. Así que lo esperaba todos los días, esperando que su futuro cuñado se recuperara pronto.
—Hmph —resopló Su Hongchen fríamente y no pudo molestarse en responder más.
Después de un rato, Su Xiaoxiao finalmente salió del baño. Había conseguido limpiar las manchas de sangre de su pecho, pero su ropa se había empapado en el proceso.
