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—Es difícil decirlo. Creo que la Diosa de la Luna ha hecho los mejores arreglos. Incluso si no puedo ser su compañera, creo que es bueno ser su amiga —mientras Annette hablaba, sonó su teléfono. Al ver que Marcus le llamaba, se alegró de encontrar una buena oportunidad para escapar.
—Ella contestó el teléfono y fue a buscar su bolsa —dijo a Alanna y a los demás—. Es hora de salir del trabajo. Apresúrense a casa. Les deseo un feliz fin de semana.
—Ella abrió la puerta y salió.
—La voz de Marcus sonó al otro lado de la línea —Annette, acabo de enterarme de lo que hizo Connor. ¿Qué piensas?
—¿A qué te refieres?
—¿Te conmovió? —Marcus sonrió con malicia.
—¿Hay necesidad de conmoverse? —Annette acababa de tener un susto.
—Annette, te estás pasando. Connor hizo pública vuestra relación y anunció al mundo que tú eras su compañera. Si otros te ofenden, le ofenden a él. Te está protegiendo.
—Annette rodó los ojos. Aún así, todavía no podía recuperarse del shock.