El cuidado subconsciente de Yvette por él le dio a Lance un atisbo de esperanza.
No pudo controlar sus emociones y la atrajo hacia sus brazos.
—Yvette, he vivido en tormento después de perderte durante cinco años. Realmente lo lamento... —dijo Lance con voz quebrada.
Yvette fue sujetada firmemente por Lance y no podía ver su expresión.
Pero de sus palabras, Yvette podía sentir el profundo arrepentimiento y la humildad de Lance.
En otro tiempo, la inferior era ella misma.
Ahora, la situación había cambiado.
Sin embargo, Yvette no estaba feliz, solo se sentía triste.
Resultó que cuando estaba desesperada, ninguna palabra podía moverla en absoluto.
Podía sentir su indiferencia, justo como él solía sentirla por ella.
—Yvette, dame una última oportunidad. Me gustaría que nuestra familia de tres se reuniera. ¿Está bien? —rogó Lance en voz baja.
Yvette le permitió abrazarla. No luchó ni resistió. Tampoco tenía expresión.
Era como una estatua fría sin rastro de calidez.