—Nunca había usado mis poderes antes, no de esta manera —dije—. Esa sombra de oscuridad aún era un misterio para mí, su presencia de por vida, pero latente. Había escuchado las historias transmitidas de generación en generación.
—Tenía la edad suficiente para presenciar a mi tío, quien mostraba mucho más promesa hacia los poderes del Señor Oscuro que yo jamás había tenido, superando la oscuridad devoradora de almas en sus venas mientras ofrecía su corazón ante una mujer con la sangre de las Reinas Blancas.
—Mis poderes eran minúsculos, un leve revolotear en mi cuerpo. Pero cuando Lena me marcó, bueno, de repente pude sentir esos poderes deseando liberarse, apoderarse, atraídos por los suyos.