—Estaba tan cerca. Mis chicos casi la atrapan —se suponía que debían traérmela, y casi podía sentir mis garras hundiéndose en esa estúpida perra Rosalía. Puta del carajo. Lo había perdido todo por su culpa. Iba a hacer que pagara. Iba a arrancarle el corazón delante de Ethan y devorarlo como un manjar gourmet —pero me quedé corta y perdí a algunas de mis mejores perras.
—Tuve que retirarme para asegurarme de no perder la vida. ¡Jodido Ethan! Lo arruinó para mí. ¡Otra vez!
—Debería haberlo sabido, sin embargo —ese tonto estaba loco por ella, aunque había perdido su alma y tomado ojos rojos.
—Había sufrido el mismo destino que yo —la karma realmente es una perra —durante semanas, habíamos estado observando las fuerzas de Rosalía, y pensé que esta vez íbamos a atraparla. ¿Por qué todos trabajaban en mi contra y ayudaban a esa nadie sin valor? Simplemente no podía jodidamente entenderlo.
—Jadeé de dolor mientras el médico cambiaba el vendaje en mi costado.