Punto de vista de Soren
El sonido del piano de Rosalía se filtraba en el vestíbulo mientras yo estaba cerca de la puerta, escuchando.
Mi mano estaba en la puerta del salón, mi cabeza se inclinaba hacia adentro y mis ojos cerrados, absorbiendo el hermoso sonido de la música que llenaba mi casa y la hacía parecer viva con alegría de una manera que no había sentido en años.
Ella era mucho más de lo que le había dado crédito cuando este plan había venido a mi mente.
Al abrir los ojos, entré al salón para verla sentada allí. Llevaba un fluido vestido blanco, su cabello castaño rojizo recogido dejando a la vista su elegante cuello mientras sus dedos volaban hábilmente sobre las teclas.
La observé desde lejos por un momento hasta que ella miró por encima de su hombro y me vio, una brillante sonrisa me recibió.
El calor llenó mi corazón y quise ir hacia ella; pero también no quería interrumpir su música.
—Canta para mí, ángel —dije, y ella accedió.