Ethan se volvió para enfrentar a Romero.
—Incluso si ella fuera un juguete, no comparto mis juguetes... La mataría antes de que se acueste con otro hombre —dijo Ethan con un tono casual, como si estuviera hablando del clima del día.
Abrí los ojos horrorizada. ¿Realmente... me mataría?
Su respuesta provocó una carcajada en Romero, quien asintió. —Totalmente comprensible...
Luego un tono bajo en la sala lo interrumpió. Ethan sacó su teléfono.
—Soy Ethan —respondió, y luego se quedó en silencio, escuchando lo que la otra persona decía al teléfono. Incluso Romero y Talon parecían intrigados por la conversación.
—Sí, estaré allí.
Tras colgar la llamada, Ethan alzó la vista.
—A todos se nos ha solicitado dirigirnos a la capital, incluyéndome a mí. Necesitamos estar allí en dos días.
Romero asintió. —Tenemos suficiente tiempo. ¿Continuaremos entonces con otros asuntos y dejaremos a la señorita disfrutar de su paz y tranquilidad?