—Ya sabes que recién había reparado el césped después de la última vez que lo destruiste, y ahora estás mezclando sal con él —se quejó.
—Para alguien tan dominante e intimidante como tú, nunca me imaginé que te gustaría la jardinería cuando te conocí —repliqué.
—Solo me gusta que mi césped y mis jardines se vean bien, no hay nada de malo en querer un buen césped —sacudo la cabeza al escuchar múltiples coches bajando por el camino de entrada—. Al mirar hacia arriba, cinco coches avanzan hacia la casa antes de detenerse en frente.
—¿Estás segura de que no notificarán al consejo? —le pregunto a Astral, preocupada de que puedan venir por mi hijo si se enteran.