—¿Qué tal si no hay abrazo de hermanas? —se burla mientras trato de soportar el dolor. Tosiendo y escupiendo, mi sangre salpica en el suelo. Agarro el brazalete de mi muñeca antes de lanzarlo al fuego con el último bit de fuerza que me queda antes de colapsar. Levanto la vista hacia ella, una sonrisa diabólica en su rostro.
—¿Y por qué harías eso? Esperaba divertirme pero ahora tengo que hacer las cosas rápido.
—¿Qué quieres decir? —consigo decir, tosiendo más de mi sangre. Intento girar mi cabeza y dejar que la sangre se derrame de mi boca.
—Pues, como te estás muriendo, qué pena. Pensé que el bebé necesitaría una madre y como no puedes ser tú, ¿por qué no tía Bianca? Aunque mamá me suena mejor —dijo con su dedo manicurado, tocándose pensativamente la barbilla.
Mi sangre se congela con sus palabras. Ella quiere mi bebé. Y sé que no hay nada que pueda hacer para detenerla. Ni siquiera podía levantarme, mucho menos luchar contra ella.