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—El agua y la comida listas —Baski despertó a Danika del sueño—. Ella era persistente en ello. Al fin, Danika abrió los ojos a regañadientes.
—Baski se puso detrás de su cabeza y la levantó, ayudándola a recostarse en sus brazos, apoyó la cabeza de Danika contra su pecho —tienes que comer para mantenerte fuerte. Tus heridas también sanarán más rápido.
—Está bien, Baski... —susurró somnolienta.
—Baski le dio de comer con la cuchara suavemente, y ella comió obedientemente. En el silencio que siguió, Baski le dio el primer plato de la comida desde la bandeja.
—Cuando el plato quedó vacío, Baski lo dejó caer al lado de la cama y tomó otro plato lleno de sopa de bisque de tomate.
—Usó la cuchara para dársela a Danika. Cuanto más comía, más comenzaba a sentirse mejor y menos adormilada. Se movió incómodamente sobre el cuerpo de Baski y la mujer mayor sabía que quería levantarse.