Vetta no puede creer la vista frente a ella. Su mano en la pared al lado de la ventana se cerró en un puño.
El rey se mantuvo así. No levantó la cabeza. Es como si una atadura estuviera sujetando su cabeza a su vientre, y no parece que vaya a alejarse pronto.
La vista le lastimaba demasiado los ojos a Vetta, intentó alcanzar la perilla de la puerta del dormitorio, pero Baski le sostuvo la mano. Esto la obligó a mirar a la cara de Baski y la mujer mayor negaba con la cabeza.
Baski quería hablar pero no podía hacerlo ahí o correrían el riesgo de ser vistas por el rey. Entonces, ella tiró de Vetta lejos de la ventana y lejos del dormitorio de Danika hasta que llegaron al pasillo en el otro lado del palacio.
—No, no puedes entrar ahí, Vetta. Danika necesita descanso absoluto y no debe ser molestada en este momento —informó Baski.
