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Rey Lucien entró en el calabozo. Los dos nuevos prisioneros se levantaron y se arrodillaron ante él en señal de saludo.
—Su A-Aalteza —dijeron al unísono, sus voces demostraban su nerviosismo.
Rey Lucien se quedó de pie en la entrada de este y miró a ambas mujeres. Coria y Zenia.
Él tiene un recuerdo fugaz de Coria de vuelta en Mombana. Nunca la había conocido por ser malvada. Sus acciones fueron inesperadas.
Cerró los ojos y su mente se llenó con la imagen de Danika tendida allí toda vendada y con dolores.
Las acciones de su gente... Fueron animalescas.
Él simplemente se quedó observando a las dos mujeres, su expresión tan dura—tan fría—como siempre. Esto las ponía a ambas tan nerviosas como nunca.
Su silencio no les hacía nada fácil. Esperaban que él hablara pero no dijo ni una palabra.
—¡Lo sentimos tanto! ¡Oh, por favor...! ¡Lo sentimos tanto...! —Zenia comenzó a llorar seriamente.