Varias horas habían pasado. La noche ha caído.
—Chad —estaba al lado de su rey frente a la habitación de Danika. El Rey Lucien ha estado mirando a Danika con esa expresión inescrutable suya, y han estado allí de pie por un tiempo muy largo. Más de una hora.
—Su rostro puede ser inescrutable, pero Chad podría haber jurado que hay una ira contenida en sus ojos.
—El rey había regresado de su paseo con la princesa cuando se le acercó y le contó todo lo que sucedió en el mercado.
—El Rey Lucien mostró ninguna reacción visible, pero Chad había visto tensarse su músculo. Parecía que quería golpear a alguien.
—La violencia y la ira en sus ojos cuando escuchó lo que le pasó a Danika fueron inconfundibles, y había sorprendido a Chad.
—Chad—la voz profunda del Rey Lucien lo sacó del pasado reciente.
—Mi rey—miró al formidable hombre de pie a su lado. Sus ojos aún estaban en la frágil mujer que yacía en la cama, vendada en todas partes de su cuerpo.