El rey estaba en la biblioteca, en la sala interior, leyendo un libro con concentración cuando Vetta anunció su llegada.
—¿Dónde has estado todo el día? —preguntó sin levantar la cabeza del libro.
Ella estaba parada justo fuera de la biblioteca, inclinó su cabeza. —Fui al pueblo a comprar nuevos cordones.
—No tomaste el carruaje. Ni doncellas ni sirvientes —añadió.
Su corazón se aceleró. —No lo hice, mi rey. Necesitaba un momento sola, y solo iba al pueblo, así que no me molesté en llevarlos conmigo.
Finalmente levantó la cabeza y la miró fijamente. —Ningún lugar es seguro, Vetta. Tienes que tener cuidado a dondequiera que vayas. Lleva algunos guardias contigo y también el carruaje.
Su corazón se aceleró ante su evidente preocupación por ella, aunque su rostro no lo demostrara. —Tendré eso en cuenta, mi rey.
—He estado buscándote.
Eso le dio sentimientos encontrados. ¿Por qué la estaría buscando? ¿Es porque quiere su compañía? ¿O por alguna otra razón?