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Danika fue la primera en abrir los ojos a la mañana siguiente. Sus ojos se posaron en la ventana detrás del rey —Es el amanecer afuera.
El silencio de la madrugada era inquietante. Sus ojos descansaron en el hombre que yacía a su lado —Él sigue durmiendo, sus largas pestañas extendidas sobre sus ojos cerrados.
Lo observaba descaradamente, con avidez —Es solo ella la que está despierta y siempre había querido verlo de cerca.
Mientras él duerme, ninguna de las líneas duras en su rostro estaban presentes —No había una línea de ceño preocupado. Su boca no estaba fruncida en desagrado.
—Él se ve guapo—, pensó Danika en el fondo de su mente —Incluso con la cicatriz que empezaba desde su cabello hasta su mejilla, su cuello y desaparecía en su ropa, él sigue siendo guapo.
Ella movió su cuerpo un poco y sin mirar hacia abajo, sintió dónde sus brazos encontraban su cintura, mientras su propia mano descansaba en su pecho —No se atrevía a respirar fuerte para no despertarlo.