Ocho semanas después...
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—Tienes que estar en la corte, Su Alteza, todos te esperan —anunció Baski al entrar en el dormitorio de la Reina Danika.
La Reina, embarazada de treinta y tres semanas, estaba de pie frente al espejo con su costoso y extravagante vestido real hecho con el mejor encaje y seda, rico en terciopelo. El lujoso vestido túnica en colores rojo y dorado también contenía encaje bordado y gemas. Su largo cabello rubio ondulado y peinado, caía tras su espalda.
La Reina luce devastadoramente hermosa, incluso en su condición, pero no es feliz.
Ella extraña al Rey Lucien con una intensidad tan aterradora, que sigue siendo indescriptible.
Con el paso de los días, lo extraña tanto que tiene que llorar hasta dormirse en su fría y vacía cama la mayoría de las noches, a menos que Sally venga con sus pergaminos de historias. Lamenta haber huido de él aquella noche en que tuvieron un malentendido.
