—¿Por qué la Sala de Consultas? —se preguntó Baski—. Es tarde en la noche, ¿no debería estar en sus Cámaras de descanso?
—¿Por qué la está convocando a estas horas de la noche? ¿Qué podría ser tan importante?... ¿Tan urgente?
De pie frente a la Sala de Consultas, tocó la puerta. —Estoy aquí, Mi Rey —dijo su voz acompañando el sonido.
Una pausa.
—Pasa —dijo una voz desde dentro.
Ella entró y cerró la puerta. —Me ha llamado, Su Alteza.
—Quiero liberar a Danika —anunció el Rey desde el sillón de piel en el que estaba sentado.
Durante un minuto completo, Baski no pudo procesar las palabras. Como esos momentos en los que una frase que siempre has querido escuchar pero sabes que es imposible escuchar se te lanza.
—¿Q-Qué...? —No. Debió haber escuchado mal sus palabras. No podía haberlo oído correctamente.
