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—Entonces, ¡cuéntame sobre las estacas de madera! No te había visto hacer eso antes, pero hoy sí lo hiciste —Kamara dibujaba felizmente, sujetando el brazo de Declan asegurado al suyo mientras caminaban a través de las palabras de vuelta a su casa.
—Bueno, pertenecen a la mujer ciega que vive más abajo en el camino. La gente la llama bruja pero no lo es. ¿Te dije que tres mujeres salvaron mi vida, verdad? —Callan la abrazó con fuerza. Estaba teniendo el mejor momento de su vida porque ella estaba a su lado.
—Sí, lo hiciste. La que te dio agua para beber cuando te dejaron por muerto. La que te llevó hasta aquí en su carreta. Y... —ella sonrió lindamente—, ...la que te cuidó hasta que volvieras a la vida.
—Esa fuiste tú, mi dama —lo confirmó de nuevo, y ella rió con una risita, aferrándose a su brazo—. Tú me cuidaste hasta que recuperé la salud, y la mujer ciega de la calle... ¿Ella fue la mujer que me llevó en carreta hasta aquí?
