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Danika despertó al sentir un tirón en su pecho, una mano acariciándola y un cuerpo moviéndose contra el suyo. Mientras sus ojos se abrían lentamente, se quedó mirando al Rey cuya boca estaba en su pecho, su mano acariciando sus costados.
—Buenos días, Mi Rey —susurró ella, sus ojos buscaban automáticamente el reloj de arena en la mesa al otro extremo de la habitación. Casi amanece.
—Mmh —él gruñó, con los ojos cerrados en lo que casi podría interpretarse como dicha. Su mano se desplazó de sus costillas de vuelta al otro pecho y comenzó a retorcer sus pezones.
Ella gimió, su cuerpo se calentaba bajo su ardor. Sintió humedad entre sus piernas mientras él la acariciaba y succionaba. Su cuerpo se desplazó, y ella sintió su cuerpo listo y erecto para tomarla.