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Ella comenzó a llorar, incapaz de contenerse más tiempo —No creo poder sobrevivir con este conocimiento, Baski. No creo querer sobrevivir... Mi propia piel se siente como suciedad... —Sacudió la cabeza miserablemente.
Baski bajó sus prendas íntimas y se sentó junto a su cabeza. Ella levantó la cabeza y Danika accedió de buena gana. Baski abrazó su cabeza contra su pecho, acariciándola con calma.
—Nunca puedes ser suciedad, Danika. No vuelvas a decir algo así. Dime... ¿Sientes que tu cuerpo fue... utilizado? —preguntó.
Danika negó con la cabeza lentamente —No me siento... invadida, y esa es la parte más aterradora. No siento su liberación en mis muslos, sólo mi propia humedad y la sangre. No siento dolor en mi interior. No sé ni siento lo que él hizo a mi cuerpo.