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—Ella escogió toallas frescas, un tazón de agua fresca, las nuevas raíces de hierba que había recolectado el día anterior. Luego, giró y corrió de vuelta al calabozo.
—Danika no se ha movido ni un centímetro del suelo donde yacía. Baski se acercó a ella —Tu hijo es un luchador fuerte, Danika. Yo me di por vencida... sabiendo lo malo que es el choque de collar, pero este bebé aún podría estar ahí. Han pasado horas, deberías haber perdido tanta sangre pero mírate... —su voz se llenó de asombro.
—No importa, Baski...
—¡Sí importa! Oh, ten un poco de fe, Danika —Baski se sentó y empujó a Danika hasta que ella rodó de espaldas hacia ella.
—Los ojos de Danika estaban rojos e hinchados, su rostro como el de una persona que ha estado llorando durante mucho tiempo —No tiene nada que ver... con la f-fe, Baski. Viste al Rey, ¿verdad?
—Lo vi. ¿Cómo no? Se despedazó ante mis propios ojos.