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—Ven y siéntate conmigo. No quiero comer solo. No quiero que te vayas —Danika se volteó hacia él al escuchar el profundo barítono de su voz, su corazón dando una voltereta.
—El no quiere que se vaya. Él quiere que se quede con él.
—Como desee, Su Alteza —respondió ella con voz ronca.
Ella caminó de vuelta a la mesa de comedor y se sentó a su lado. Él se sumergió en el caldo frente a él, recogiéndolo y llevándoselo a la boca.
Ella lo observaba comer, guardando silencio porque sabe cuánto ama él su silencio. No tenía comida enfrente, realmente no tenía hambre.
El solo tener este momento para verlo comer era suficiente para sentir cualquier hambre en ella. Lo ama tanto.
Cruzando sus manos en su regazo, resistió el impulso de acariciar a su bebé. Es un mal hábito que ha desarrollado durante las últimas semanas; tocarse y acariciar su vientre en privado cada vez que piensa en el Rey.
Un mal hábito, considerando su situación. Pero uno que no podía detener.