Por la tarde, Danika estaba en su habitación cepillándose el cabello cuando Baski entró.
—El rey pide que seas tú quien le lleve la cena a sus Cámaras —le informó con una sonrisa preocupada.
El corazón de Danika saltó tres latidos. —¿Baski?
La mujer mayor se acercó y le quitó el peine. La observó a través del espejo mientras pasaba el peine por su largo cabello rubio. —¿Mi querida?
—Se me ha acabado el tiempo —susurró ella, acariciando su pequeña barriga.
—Lo sé —Baski soltó un suspiro tembloroso—. Lo sé, Danika. Pero, los Cielos están contigo. Te guiarán.
—La semana de cortejo termina mañana. Quiere pasar la noche conmigo.
—Eso también lo sé. Estaba pensando que tal vez podríamos ir juntas a decírselo sobre tu condición. Si voy contigo, podría llegar a él antes de que ocurra el desastre.
Danika giró la cabeza y miró a la mujer mayor.
—Tal vez —modificó Baski.
Danika respiró hondo y se volvió hacia el espejo de nuevo. —Ya no sé qué hacer. Remeta era nuestra mejor opción.