Vetta caminaba envainando mientras salía del dormitorio. De pronto, deseó nunca haber venido aquí.
Deseó nunca haber escuchado los murmullos incoherentes, y nunca haber pegado su oído tan a la puerta para descifrar lo que decían. Deseó nunca haberse sentido curiosa.
—Buenas noches, Señora —una criada la saludó con una reverencia al pasar.
Vetta solo lanzó miradas asesinas a la criada y pasó de largo. —¡¿Qué tiene de bueno la noche!? ¡No hay nada—ABSOLUTAMENTE NADA!—bueno acerca de esta noche!
Danika está justo allí dentro de ese dormitorio.
El rey sacó placeres sexuales de su cuerpo y se sació con ella. En temporada de cortejo. Y no solo eso, está diciendo palabras tan ridículas a Danika que nunca esperó que él dijera.
—¡Palabras que ella siempre esperaba que el rey le dijera a ella! —Vetta giró y fulminó con la mirada al pasillo que lleva a la Cámara del Rey. Estaba furiosa. Una nueva urgencia la llenó.