La vejiga de Danika la despertó de repente. Había mantenido los ojos cerrados, intentando posponer la sensación de tener que levantarse de la cama y usar el baño.
Pero, la presión de repente se volvió insoportable para ella. Se movió, estirándose un poco. En el momento en que dio ese primer paso hacia la conciencia, sintió su presencia.
El Rey Lucien está aquí. Realmente vino esta noche.
Sus ojos se abrieron y encontraron los suyos, parado junto a ella en la cama.
—Mi Rey... —susurró somnolienta Danika.
—Duerme un poco, Danika... Yo no estuve aquí. —Su profunda voz se mezcló con la noche y le envió escalofríos por su cuerpo magullado.
—Sí... Tú no estuviste aquí. —Ella estuvo de acuerdo con él fácilmente para hacer todo más fácil. Su mente estaba confusa debido a docenas de porciones y píldoras.
Pero, no importa cuán nublada esté su mente, ella sabe que el rey está de pie allí. Y no quiere que se vaya.