—Un ladrón. Todos la llaman ladrón.
—Encontraron el collar de diamantes en su bolso. Un collar que nunca antes había visto. Danika solo puede mirar en trance.
—No sabe cómo proceder. No sabe cómo empezar a vindicarse porque sabe que todos sus intentos serán inútiles.
—Este es el grupo de personas a quienes su padre esclavizó y torturó durante los últimos diez años. La miran con odio, juicio y rabia.
—De repente, deseó que Sally estuviera allí con ella. Sally... Cualquiera...
—Estas personas la devorarán. Su bebé... No, no hay bebé, Danika.
—Las palabras no la convencían como se suponía que deberían. Solo puede mirar a la turba enojada frente a ella.
—No hay forma de suplicarles. O de rogarles. No cambiará nada.
—No robé eso. Nunca había visto eso antes. —De todos modos, lo intentó.
—Su voz era ronca y calmada, mientras que por dentro temblaba. Su sangre se enfriaba y su corazón latía fuertemente en su pecho.