—Ella cerró los ojos y se aferró a él mientras él devoraba su boca con besos húmedos y profundos, con un hambre feroz que debilitaba sus rodillas —dijo él.
—Es como si finalmente, liberara los demonios hambrientos que llevaba dentro sobre ella. Como si finalmente dejara ir el control que había estado intentando mantener.
—Sus labios devoraron los de ella. Con un rápido empujón, tenía sus manos aprisionadas en el duro confinamiento de las suyas sobre su cabeza. Su cuerpo atrapado debajo del suyo duro y sus exigencias desatadas sobre ella.
—Ella gemía mientras su lengua se sumergía en su boca, barriendo por dentro y saqueando, poseyendo. Y ella le correspondía igual, sin prestar atención al agudo dolor que sentía en los muslos donde su pierna abría la suya más para él.
—Las llamas que habían comenzado a arder en su sangre desde la primera vez que él la besó a orillas del río, estallaron en un súbito infierno, y ella se perdió.