— Gracias por cuidarme un día más. — agradecí a mis difuntos padres, en lo que para mí era ya algo cotidiano.
No soy alguien creyente, solo realizo esto por mera tradición, pues me hace sentir mas cercano a ellos, pese a que llevamos separados más de una década.
Después de terminar mis agradecimientos a mis padres, me dirigí a mi habitación para alistarme para otro día más en el santuario. Estoy muy agradecido con las sacerdotisas del templo por adoptarme, pero la carga que me imponen muchas veces es más de la que puedo tolerar, aunque con el paso del tiempo, tanto trabajo físico me ha proveído de una buena resistencia, de la cual me siento realmente orgulloso.
— Tatsuya, ¿ya estás listo? Miyuki y yo saldremos a realizar unas compras, te encargamos limpiar los alrededores como siempre, ¿está bien? — aquella dulce voz que sonaba al otro lado de la puerta era la de Rina, una de las sacerdotisas del santuario.
— Está bien, Rina-san, cuídense mucho. — respondí, segundos después escuché como se alejaba lentamente de mi habitación.
"Bueno, ya he holgazaneado suficiente" pensé, entonces me levanté, agarré un par de fundas de basura, un recogedor y me dirigí a las afueras del templo.
Si bien es un lugar concurrido, actualmente estamos en lo que se podría llamar una época de sequía, por lo que realmente no tengo mucho trabajo en comparación con otras temporadas, sin embargo, lo empinado de las montañas puede llega a suponer un desafío para aquellos sin experiencia, afortunadamente no es mi caso.
...
A veces realmente me sorprendo, o sea, hablo de que encontrarse una bicicleta dañada cerca de un templo en un bosque no es algo que se haga todos los días, mejor dicho, limpio esto diariamente, cómo es que jamás me percaté de este gran pedazo de chatarra.
Aunque no me quejo del todo, con un poco de reparación y un bote de pintura en spray quedará como nueva, sería un gran añadido a mi arsenal "anti-basura", además podré movilizarme con más facilidad, pero por ahora, la llevaré a casa.
...
Después de dejar la bicicleta en el santuario, volví a recoger basura, un par de horas después finalmente acabé con mis labores externas, ahora tocaba la limpieza interna. Me equipé con una escoba de la más alta gama y con muchas ganas empecé barrer el templo.
Mientras limpiaba, un grupo de estudiantes llegó al templo, eran un poco ruidosos y no lucían amigables, pero las sacerdotisas me enseñaron a no juzgar por apariencias, así que simplemente continué con mis tareas, después de todo lo último que quiero es meterme en problemas.
...
He acabo con mis tareas, en otra situación iría inmediatamente a hacer cosas de mi gusto, pero para mi pesar tengo que reparar la bicicleta, todo sea para tener un mejor ambiente laboral y poder finalizar las tareas lo más pronto posible.
— No está — murmuré con incredulidad, dónde podría haber ido, hace un par de horas estaba solo aquí.
Fue entonces que irrespetando lo que mencioné anteriormente una idea apareció en mi cabeza. Obviamente fueron ellos, esos chicos se robaron mi bicicleta, si, lo sé, no era mía, aún así no deberían ir cogiendo cosas de otros así porque así.
Justo antes de ir corriendo a buscarlos me paré a pensar. "¿Y si... Es su bicicleta?" me negaba a creerlo, pues un vehículo como ese resolvería mucho de mis problemas de movilidad, no solo en el templo, también en la ciudad.
Iré, me he decidido. Armado con mi escoba fui inmediatamente tras aquellos chicos, no se realmente donde fueron, pero están en mi territorio, no hay nadie que se mueva mejor por estos lares que yo.
...
Pese a mis alardes de hace un momento, aquí me encuentro, perdido, con frío y un poco de hambre, "¿desde cuándo este bosque es tan grande?", pensé.
Pero no era cosa del bosque, hay algo mal, no estoy loco, poco a poco me he ido dando cuenta de como ciertos árboles y piedras se repiten, cómo un bucle espacial sin fin.
Solo quería devuelta mi bicicleta, es acaso este el castigo de mi avaricia, o es un simple capricho de un dios sádico. Pfft... Claro, por qué algo así siquiera existiría, solo debo empezar a trazar el camino que recorra, tarde o temprano saldré de aquí.
...
No hay forma, todo el suelo está lleno de lineas de tierra, dónde más puedo ir.
Ah, claro, cómo es que no pensé en eso, normalmente en este tipo de casos hay un núcleo o un activador, solo debo ir al centro de este bucle espacial, no creo que sea tan difícil.
...
He perdido la noción del tiempo, ya no sé cuántos saltos de escena más habrán, que clase de tortura es esta, no quiero morir así, por favor alguien ayudeme…
Una estela de luz empieza a aparecer poco a poco frente a mis ojos, como si de una caricatura siguiendo un aroma delicioso se tratase mi cuerpo se movía lentamente en la dirección del origen de aquella estela, caminé mucho repitiendo zonas en este bucle, hasta que de un modo finalmente encontré el núcleo de todo esto.
Un sello, dorado como el oro más puro de este planeta, pero desgastado como un viejo que ha trabajado toda su vida, era un trozo de lámina enorme que cubría la cara de lo que parecía ser una doncella recostada en sus manos.
Aquella doncella con un vestido voluminoso y lo que parecía ser una bufanda llamaba la atención demasiado, entonces, cómo es que nunca me percate de una estatua de esta magnitud.
Entonces, deduzco que para salir de esta tortura tengo que quitar este sello, soy escéptico a que realmente pase algo malo, pero vista la situación en la que estoy, creer en algo indescriptible no suena tan raro, incluso para mí.
Tengo hambre, así que ya no desperdiciaré mi tiempo, me dirijo al sello y sin nada de delicadeza lo arranco. Un destello amarillento recubre toda mi vista y en lo que consideraría un acto digno de un sueño, la doncella recostada se levanta mientras trozos de piedra se separan de su pálida piel.
Su boca tan linda se abre lentamente para vocalizar con una dulce voz...
— Ha... Hambre, quiero comi... — antes de que pueda terminar su agonizante frase, cae rendida presa de su aparente debilidad.
¡¡NO ES MOMENTO DE APRECIARLA!! Esto es una emergencia. Agarro a la chica, la subo a mi espalda y tal repartidor de comida, me dirijo corriendo al templo, esperando lo que probablemente vaya a ser mi sentencia a muerte.