Chereads / El Llamado del Vacío / Chapter 3 - Capillas luz y misterios.

Chapter 3 - Capillas luz y misterios.

Dante y Demian caminaron juntos, sus pasos resonando en el vacío mientras exploraban la vasta capilla. El aire estaba cargado de polvo y un silencio inquietante envolvía cada rincón. 

Las columnas de mármol eran imponentes, pero deterioradas. La luz que entraba a través de los vitrales rotos iluminaba fragmentos del suelo, creando sombras extrañas que parecían moverse con ellos. El ambiente, estaba cargado de misterio, no tenía el frío solemne de una iglesia, sino que era más bien la sensación de un lugar olvidado y abandonado.

"Esto... no es una capilla cualquiera," murmuró Demian, su voz reverberando por las paredes. 

Dante asintió, observando los intrincados pinturas en paredes y pilares. Las imágenes mostraban figuras divinas y escenas de fe. Algunos parecían representar escenas religiosas a cinco figuras diferentes.

"¿Ves eso?", preguntó Dante, señalando los muros pintados, casi opacos y desgastados.

Eran cinco figuras altas, de aspecto imponente, rodeados de luces cada uno de un color diferente. A lado, había otras figura de aspecto similar pero menores "Ellos... parecen ser los dioses principales" —Dante señaló las pinturas en la pared.

Demian se acercó a las pinturas con interés, observando más de cerca. "Sí... la diferencia es clara. Supongo que esta es su iglesia" mirando las pinturas con algo de desconfianza.

"Sigamos, por ahora." 

"Si, este lugar es inquietante"

Ambos abandonaron el enorme salón, adentrándose por los pasillos de la capilla en busca de más pistas. El lugar era inquietante y les ofrecía pocos indicios, como si el silencio esperara algo de ellos. Mientras caminaban, pensaban en lo que podrían encontrar: tal vez algo, o alguien, que les revelara más sobre el lugar. Sin embargo, una duda los seguía de cerca. ¿Serían entendidos si encontraban a alguien? ¿Hablarían el mismo idioma?

La capilla era enorme, con amplios pasillos y salones que se extendían a lo largo. El ambiente, pesado por el polvo y el olvido, parecía envolver cada rincón que exploraban. Subieron por una escalera piedra que parecía mármol, alcanzando el segundo piso. Mostrando un pasillo de puertas y ventanas rotas que dejaban pasar la luz del sol, iluminando las paredes desgastadas del lugar. El aire estaba cargado de humedad y el olor a madera podrida impregnaba el lugar.

Al asomarse por una de las ventanas rotas, vieron el cielo nublado y el paisaje que rodeaba la capilla. rodeada de jardines simétricos, con flores y arboles secos que apenas mantenían su forma original a si como un muro de piedra que lo rodeaba y mas halla una ciudad. Al centro, una plaza enorme, adornada con estatuas y figuras sagradas , que estaban destruidas y algunas casi intactas, cubiertas de polvo y eses de aves, como si el tiempo y la indiferencia hubieran arrasado con todo lo que alguna vez fue sagrado.

"Esto... todo esto alguna vez debió ser impresionante", dijo Demian, sus ojos recorriendo las ruinas con asombro "¿Qué pasó aquí?"

Dante frunció el ceño, observando el paisaje desde la ventana. "No lo sé... pero parece que el lugar ya no tiene dueño. Todo está... desmoronándose."

Se quedaron en silencio por un momento, como si el entorno tuviera algo que decirles, algo que aún no entendían. El viento, que ahora soplaba con fuerza desde el exterior, hacía que las ramas de los árboles crujieran, y el eco de ese sonido se mezclaba con el vacío del lugar.

"¿Seguimos buscando?" preguntó Demian, su voz rompiendo la quietud.

Dante asintió, sin apartar la vista de la plaza destruida. "Sí, tenemos que saber más. Tal vez aquí encontremos alguna respuesta y es mejor estar adentro con este clima." viendo como las nubes tapaban la mayoría de la luz del sol.

Dante y Demian avanzaron por el pasillo, sus pasos resonando en el vacío mientras el aire se sentía pesado y cargado de silencio. Las paredes, adornadas con pinturas desvanecidas por el tiempo, parecían contar historias olvidadas. El fresco murmullo del viento que se colaba por las grietas rompía la quietud de la capilla.

Cada paso los llevaba más adentro de un lugar que parecía no haber visto a una persona en mucho tiempo. Las viejas columnas, una vez majestuosas, se alzaban como gigantes arrugados, marcadas por el paso del tiempo.

Demian se detuvo en seco, sus ojos clavados en un punto más allá de las ventanas rotas. Entre las hierbas secas que cubrían el suelo de piedra, un débil destello metálico relucía, apenas perceptible.

"¿Ves eso?" murmuró Demian, señalando hacia la plaza sin apartar la vista.

Dante detuvo sus pasos y se asomó a través de los cristales rotos, siguiendo la dirección que señalaba Demian. "Que es eso, no puedo verlo bien"

Demian frunció el ceño, sin dejar de observar el objeto lejano. "No lo sé. Pero algo me dice que no es algo que simplemente dejaran allí por accidente."

Dante permaneció en silencio un momento, sus pensamientos girando en torno a objeto abandonado. "Vamos, sigamos buscando . Necesitamos saber más. Si no encontramos nada iremos a la plaza a ver que es eso realmente."

"De acuerdo"

Demian asintió con una ligera inclinación de cabeza, todavía mirando el objeto como si le susurrara algo en la distancia. La incertidumbre lo envolvía, pero la promesa de respuestas más cercanas y el frio del exterior los impulsaba a seguir explorando la capilla.

Con un suspiro, dio un paso hacia adelante, seguido de cerca por Dante. Ambos continuaron su marcha, los pasillos que atravesaban parecían interminables, cada uno más oscuro y deteriorado que el anterior. Las sombras parecían jugar con su percepción, doblándose y deslizándose como si las paredes estuvieran vivas a su alrededor.

De vez en cuando, alguna corriente de aire helada soplaba desde las algunas ventanas rotas, como un recordatorio de que el lugar era estaba abandonado y olvidada.

"¿Crees que haya alguien más aquí?" preguntó Demian, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos.

"No lo sé," respondió Dante sin mirar a su amigo. "No parece haber señales de vida. A menos que alguien esté escondido en algún rincón oscuro, no creo que vayamos a encontrarnos con nadie."

"Tiene razón, mejor vamos a la plaza, a ver que era esa cosa" 

Ambos, ya habiendo decidido su próximo objetivo, comenzaron a buscar una forma de salir de la capilla. Los largos pasillos y los constantes giros parecían un laberinto interminable, y cada esquina que doblaban solo les ofrecía más puertas cerradas o corredores que llevaban a ningún lado. Se habían encaminado en una exploración sin un objetivo claro, mas halla de buscar respuestas que no habían encontrado, pero ahora que tenían uno se habían perdido pese a que podían ver el exterior.

"¿Quién demonios diseña un lugar así?" gruñó Demian mientras empujaba una puerta que, para su frustración, solo reveló otra sala vacía.

"Tal vez alguien que no esperaba que nadie tuviera que salir nunca," respondió Dante con una sonrisa cansada, mirando a su alrededor en busca de señales que los guiaran. "Aunque, para ser justos, no es como si este lugar estuviera pensado para turistas."

Demian soltó una risa sarcástica mientras continuaban avanzando. "Pues el arquitecto debería estar orgulloso. Es un éxito total en hacer que cualquiera se pierda."

Finalmente, después de varios minutos de vagar entre pasillos oscuros y salones silenciosos, encontraron una puerta que parecía conducir al exterior. La madera estaba desgastada, con marcas del tiempo y la humedad, con algunas tablas clavadas con clavos oxidados.

"¿Crees que funcione?" preguntó Demian, apoyando una mano sobre la puerta y quitando algunas tablas.

"Solo hay una forma de averiguarlo," respondió Dante, quitando la ultima tabla con esfuerzo. 

Demian y Dante, apoyaron las mano sobre la puerta y dándole un leve, lograron abrir la puerta. Una ráfaga de aire frío los envolvió.

"Bueno, por fin. Creí que moriríamos de viejos antes de encontrar una salida," bromeó Demian mientras daba el primer paso fuera.

Dante lo siguió, mirando a su alrededor. "Ya sabes, considerando el tamaño del lugar, hasta nos fue bien. Podríamos haber terminado en el lado opuesto sin darnos cuenta."

Ambos intercambiaron una sonrisa antes de mirar hacia la plaza, donde el objeto brillante los esperaba, aún visible a la distancia, llamando su atención como un faro en medio del desolado paisaje.

Se acercaron lentamente, con los ojos bien abiertos mientras sus pasos resonaban suavemente en el suelo de piedra de la plaza. A medida que avanzaban, la desolación del lugar se hacía más evidente: las estatuas destruidas parecían mirarlos con ojos vacíos, y sus restos crujían bajo sus botas. El viento susurraba entre las ruinas, levantando hojas secas y polvo que parecían bailar alrededor de ellos.

Cuando finalmente estuvieron lo suficientemente cerca, pudieron confirmar lo que habían visto desde el piso superior. Era una espada, clavada profundamente en el suelo de piedra, como si alguien la hubiera dejado allí a propósito. Sin embargo, no brillaba como un arma legendaria. Estaba sucia, cubierta de una gruesa capa de polvo y suciedad acumulada con el tiempo. Algunas hierbas secas crecían alrededor de la base, enredándose en su empuñadura y haciendo que pareciera aún más descuidada.

Dante inclinó ligeramente la cabeza, observándola con detenimiento. "Definitivamente es una espada."

Demian se agachó un poco para examinarla más de cerca, aunque sin tocarla. "No se ve bien desde lejos, pero ahora que estamos aquí... ¿quién la dejaría así?"

Ambos permanecieron en silencio un momento, mirando la espada, como si esperaran que algo sucediera. El viento volvió a soplar, haciendo que las hierbas secas alrededor de la espada crujieran suavemente.

En medio de dudas y preguntas sin respuestas, Demian se irguió y observó la espada con una mezcla de curiosidad y determinación. "Bueno, si nadie más va a hacerlo, supongo que me toca intentar sacarla," dijo, sin esperar la opinión de Dante.

"De acuerdo, ahora que recuerdo, tu siempre quisiste una espada dorada que brillara," respondió Dante, dando un paso atrás mientras mantenía la mirada fija en su amigo.

"Por eso mismo," contestó Demian con una sonrisa alegre "Tal vez no sea una espada dorada como quería, pero al menos nos llevarnos algo interesante."

Demian se agachó, agarrando con ambas manos la empuñadura cubierta de suciedad. La textura áspera de las hierbas secas y el polvo le raspó las palmas, pero no lo detuvo. Con un gruñido, comenzó a tirar. Al principio, la espada no se movió; estaba firmemente incrustada en el suelo de piedra.

"Esto no es tan fácil como parece," murmuró entre dientes, apretando más fuerte y usando toda su fuerza.

Dante cruzó los brazos, observándolo con cautela desde un costado. "Tal vez esté mejor donde está, si es una espada legendaria obviamente no eres el elegido, ¿no crees?"

"¡No! Ahora es un asunto de orgullo," replicó Demian, dando un tirón más fuerte.

Finalmente, con un crujido y un estallido de polvo, la espada cedió de repente, saliendo del suelo con un movimiento brusco. Demian, desequilibrado por la fuerza que había empleado, tambaleó hacia atrás. En el proceso, casi golpea a Dante con la hoja semi oxidada, dejando caer algunos mechones de cabello.

Demian recuperó el equilibrio, sujetando la espada en alto con ambas manos. Respiraba con dificultad, pero tenía una sonrisa triunfante en el rostro. "¡Lo logré!"

"Sí, lo lograste... y casi me matas en el proceso, !desgraciado!" dijo Dante, lanzándole una mirada molesta, con una mano en el pecho sintiendo su corazón latir mas rápido de lo normal.

"mmm..."

Demian bajó la espada, observándola con más detenimiento ahora que estaba libre. A pesar de su suciedad y desgaste, tenia algunas decoraciones doradas casi opacas por la suciedad y el oxido, parecía una vieja espada común con algunos toques dorados.

Dante y Demian examinaron la espada con cuidado. Era una hoja vieja . Algunos detalles dorados aún brillaban débilmente bajo la capa de mugre, como si en algún momento hubiese sido un arma imponente. Ahora, sin embargo, parecía solo un vestigio de tiempos mejores.

"Es apenas una espada vieja," comentó Demian, girándola en sus manos para observarla desde distintos ángulos. "Nada especial."

Dante frunció el ceño, pero asintió. "Sí... aunque no entiendo por qué estaba tan firmemente incrustada en el suelo. Bueno, no importa. Esto no nos va a ayudar a entender qué es este lugar."

Guardando la espada como un simple recuerdo, ambos decidieron seguir adelante. Caminaron hacia las enormes murallas que rodeaban la catedral, siguiendo un sendero que los condujo a un arco imponente que simulaba una entrada. Más allá del arco, el paisaje cambió drásticamente: una ciudad medieval se extendía ante ellos. Las calles adoquinadas y las construcciones de piedra, aunque deterioradas por el tiempo, aún conservaban un aire de grandeza antigua. Las torres puntiagudas de algunos edificios destacaban contra el cielo, mientras que otros mostraban techos derrumbados y ventanas rotas.

"¿Genial, una ciudad, ¿crees que encontremos a alguien o cera otro lugar abandonado?" preguntó Demian, mirando hacia el ciudad medieval.

"Solo hay una forma de saberlo," respondió Dante, con una mezcla de determinación y resignación.

"¡Entonces que estamos esperando la aventura nos espera" levantado su reciente adquirida espada oxidada.

El aire estaba impregnado de un silencio inquietante, roto solo por el leve silbido del viento que pasaba por las ruinas.

Antes de que pudieran emprender su camino a la ciudad, un gruñido bajo y gutural rompió el silencio, estremeciendo el ambiente como si un depredador gigantesco acechara en las sombras. El sonido era profundo y lleno de furia, recordando el rugido de un oso rabioso. Ambos se giraron rápidamente, buscando la fuente del ruido.

De entre las sombras de las murallas emergió una figura que los dejó paralizados. Era una criatura enorme, de casi dos metros de altura. Era un zombi gigantesco, de casi dos metros de altura, con músculos descomunales desgarrados y putrefactos. La piel, pálida y moteada, estaba cubierta de llagas abiertas que supuraban fluidos oscuros. Su pecho sobresalía grotescamente, especialmente la zona del corazón, que estaba hinchada y pulsaba con un ritmo antinatural. Cada paso que daba parecía estremecer el suelo, y el hedor que emanaba era insoportable, una mezcla de carne podrida y algo químico, casi metálico.

La criatura giró su cabeza hacia ellos, y sus ojos hundidos, de un amarillo enfermizo, se fijo en ellos Soltó un gruñido más fuerte que escapó de su garganta mientras comenzaba a moverse, tambaleándose hacia ellos con pasos pesados pero cada vez más rápidos.

Dante y Demian intercambiaron una mirada llena de terror. "¡Corre!" gritó Dante, sin esperar una respuesta.

Ambos se giraron y corrieron hacia la catedral, sus pasos resonando contra el suelo de piedra mientras el sonido de la criatura los perseguía. Su respiración era rápida y entrecortada, y el peso del miedo les pesaba tanto como el hedor de la abominación que los seguía. Finalmente, lograron entrar de nuevo en la capilla, cerrando la puerta detrás de ellos con un estruendo. Se quedaron allí, apoyados contra la madera, respirando con dificultad mientras intentaban calmarse, solo para ser sorprendidos por un golpe que los mando a bolar.