Roxellane
La humedad de nuestras bocas se une en incontables besos. Me quito la remera, dejando al descubierto mi sostén. Él sonríe al recorrer mi piel. Me inclino, entonces vuelvo a unir nuestros labios. La música se escucha en la oscuridad del cuarto. Me relamo los labios y cierro los ojos al sentir sus caricias. De un momento a otro, mis bragas se pierden, entonces ya me estoy moviendo sobre mi macho.
No llevamos ni dos meses como pareja, pero el sexo es lo mejor que tenemos entre ambos. No sé si debí involucrar la pasión con el trabajo, pero ya hacemos todo juntos. Soy arqueóloga. Estamos de viaje, encontré un objeto bastante extraño en una cueva y mañana debemos despertar temprano para llegar a tiempo al museo de Norville. Dijeron que era urgente e imperativo que lo lleváramos pronto, pero detenernos en un hotel en las afueras, creo que fue la mejor decisión que hemos tomado. Además, faltan varias millas, pueden esperar.
Esto no.
"¡Oh, cielos, eres fabuloso! ―declaro mientras me muevo y él sostiene mis caderas, estoy llegando a mi mejor clímax.
Una electricidad recorre mi interior, miles de imágenes viajan por mi mente. Me confunde un poco, pero siento la adrenalina del cuerpo. Pasa tan rápido, un delicioso aroma se introduce en mis fosas nasales. Más situaciones desconocidas aparecen como flashes en mí. Hay mucha excitación, pero también bastante sangre y gritos.
¿Eso ocurre en mi cabeza?
Me detengo, abro los ojos. Toco mi cara por la confusión, tengo sangre. Bajo despacio mi vista, entonces chillo al ver el desastre en el que me encuentro. Derian está muerto, tiene un agujero enorme en su tórax, como si un monstruo lo hubiera mordido seguido y sin piedad. Un pitido llega a mi oído por el shock. Me levanto de sobre él, entonces corro al baño. Apenas abrió la puerta, visualizo mi reflejo en el espejo, veo la sangre alrededor de mi boca.
Maldición.
¿Me volví loca? Es imposible, no pude haberme comido a mi novio, eso es desquiciado. Además, él me hubiera podido sacar de encima y golpearme con siquiera el primer mordisco. Mis dientes jamás serían capaces de algo así.
—¿Qué está pasando? ―Toco mi cara, alterada―. ¡¡Oh, por Dios!! "Abro la canilla del lavabo y me limpio, rápido, seguidas veces me echo agua en el rostro". ¡¡Dios, Dios, Dios!! —repito—. ¡¡Despierta, debe ser una pesadilla!!
Corro a la puerta y espío. El cuerpo sigue ahí, es real.
No, no, no, alguien que me despierte de eso, Dios.
~~~
Con la mirada perdida le digo al oficial de policía lo primero que me parece coherente y no desvariado. Un animal salvaje entró al cuarto del hotel y asesinó a mi pareja. Me creen, dicen que en Norville suelen pasar cosas como esta. No podía explicarle que yo me lo comí, parecería una loca y terminaría en un manicomio. Además, ni yo me lo creo, es tan irreal.
—Cuídese, señorita —dice el hombre—. Y viaje al pueblo más cercano, estas rutas son un peligro.
Asiento, así que se retira. Observo todas las cintas del lugar del crimen, luego levanto mi maleta, y me voy directo a mi coche, saliendo del hotel. Abro el baúl, me quedo observando la caja con el objeto para el museo, reacciono y pongo el bolso, acto seguido, cierro. Rodeo el auto, entonces me siento en el asiento del piloto.
Él manejaba. Cierro los ojos, así que lloro. Me apoyo en el volante a largar más malditas lágrimas. No es que lo amase ni nada, pero esto es horrible y ni siquiera se lo puedo contar a alguien. Lo peor es que después de entregar ese maldito objeto del demonio, tengo que hablar con su familia, las cuales casi ni ubico y seguro hasta me odian.
Maldito imbécil, ¿cómo pudiste terminar en mi estómago? Qué asco. Giro mi cabeza y abro la puerta para vomitar, por la terrible arcada que siento. Oh, mierda. Vuelvo a largar lágrimas. Concéntrate, terminarás este trabajo, volverás a casa y todo se arreglará, pensarás que fue una pesadilla. Sí, eso fue, un animal lo atacó, fin. Un flash relamiendo la sangre llega hasta mí, entonces vuelvo a vomitar y abro los ojos. Miro el pasto, cubierto del líquido negro que acabo de escupir. Hay bichos azules ahí, ¿qué es eso? No mires, por todos los cielos, concéntrate.
Me siento y cierro la puerta. Agarro de la guantera un pañuelo y me limpio, rápido. Arranco el vehículo, entonces comienzo a conducir en dirección a Norville. Pongo música e intento enfocarme en esta. Tarareo las canciones por lo bajo y alguna que otra lágrima se me escapa, pero al menos puedo conducir sin que se me borronee la vista.
Veo el cartel que dice "Usted ya está en Norville" y una vez que cruzo, siento una ráfaga potente de viento, así que freno el vehículo por el shock.
¿Algo más me tiene que pasar? Maldita sea.