Al caer la noche, Lucio se revolvió, su mente acelerada ante el misterio sin resolver de por qué estaban fotografiando a Layla. Cuidando de no perturbar su plácido sueño, salió silenciosamente de la cama.
Sus movimientos eran silenciosos mientras tomaba las llaves del coche y salía de la habitación, deslizándose en la noche con un sentido de urgencia.
El trayecto hacia la base fue rápido. Ya había llamado a Roger, quien lo esperaba en la base.
Al llegar, Lucio bajó del coche, y Roger lo saludó con una reverencia respetuosa. Caminaron en silencio, el eco de sus pasos resonando en el corredor débilmente iluminado mientras avanzaban hacia la celda.
Mientras la pesada puerta chirriaba al abrirse, Lucio vio al hombre tumbado en el duro y frío suelo. En el momento en que sus ojos se encontraron, el hombre se apresuró a ponerse de pie, el miedo evidente en su postura.