—Lucio, no bromeas. No podemos bañarnos juntos —insistió Layla, colocando su mano en su pecho en un intento de crear algo de distancia. Estaba atrapada entre sus fuertes brazos y el mostrador del lavabo, sintiendo la intensidad de su mirada penetrante.
—Pero anoche, tenías bastantes ideas locas —Lucio sonrió con suficiencia, su voz en tono de burla.
—Eran palabras de borracho —Layla rió ligeramente, intentando restar importancia a la situación—. Tengo un trabajo importante hoy, y si sigues sosteniéndome así, voy a llegar tarde.
Lucio inclinó la cabeza, sus ojos se entrecerraron juguetonamente. —¿Qué tiene de importante? —exigió.
—Tengo una entrevista —admitió Layla, su voz firme pero ligeramente nerviosa.
—¿Hablas en serio, cariño? —Lucio alzó una ceja con incredulidad—. Tu esposo es dueño de una empresa, ¿y solicitaste un trabajo en otro lugar? ¿Por qué harías eso cuando podrías trabajar conmigo?