PROLOGO
Hoy es la inauguración de la preparatoria Igolide III
Me encontraba en mi habitación alistándome con mi nuevo uniforme lo cual eran unos pantalones negros, una camisa blanca, una corbata azul marino con un chaleco de traje Slim Fit color negro y una chompa escolar color azul.
Este último no lo llevaba puesto, obviamente por motivos importantes. (no lo compre porque se me olvido :3)
Me pare frente al espejo cuerpo completo para verme con el uniforme puesto. Heyyyyy y ese guapo que está ahí, con ojos color marrón claro, un lunar en la mejilla derecha, cabello negro largo hasta los hombros un poco húmedo, con mis mejillas rojizas por bañarme con agua caliente.
¡Si soy ese! Jejeje "SUSPIRO"
Bueno sigamos, agarre mi mochila. Me encontraba en la puerta de mi habitación "SUSPIRO LARGO".
Hasta luego linda camita, nos veremos en la tarde….
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CAP1 : PUEDO LLEGAR TARDE ¿VERDAD?
—Buenos días, hermano. ¿Cómo has dormido?
La que me habla es mi hermana. Tenemos la misma edad... bueno, en realidad le gano por unas cuantas horas. Sí, soy el hermano mayor. Es una mujer bien hecha y derecha. En este momento lleva un delantal de cocina con figuras de flores. Abajo lleva el uniforme de la preparatoria, que casualmente también es el mío. La única diferencia es lleva una falda negra.
Espera, ¿está más corta o es mi imaginación?
—Buenos días, hermana. Mmm, he dormido más o menos.
—Debe ser la preocupación de que nos vamos a separar. No estarás angustiado, ¿verdad? Ya no verás a tu hermosa hermana en casa, y también te vas a perder mis deliciosas comidas.
¿En serio? Vamos a ir a la misma preparatoria y nos veremos en la tarde. Bueno, eso de no comer su comida... Aaaa, es que mi hermana tiene un sazón que parece de otro mundo.
Parece que me leyó la mente; me dedicó una sonrisa de oreja a oreja.
—Así que disfruta el último desayuno que te preparo.
—Ah, gracias, pero no me tocaba preparar a mí esta vez.
De repente, la sonrisa de mi hermana se desvaneció. Su rostro cambió a una expresión de nerviosismo.
—N-no te preocupes por eso, hermano. A partir de ahora, yo siempre prepararé el desayuno.
Hey, ¿por qué eso me dolió? Aunque, mirándolo desde el lado positivo, comeré sus deliciosos desayunos.
—Oh vamos, no pongas esa cara. Pero mira el lado bueno: comerás los desayunos que prepare, pero con una condición—dijo con una sonrisa provocativa—quiero que, de ahora en adelante, me llames "hermanita".
Ups, parece que mi cara reflejó dolor (o tristeza).
Espera, ¿quiere que le diga "hermanita"? ¡NO! Jamás. Soy un macho que se respeta. Ella debería decírmelo a mí. Sí, se lo diré a la cara.
—Está bien, hermanita. Quiero comer tus desayunos.
Lo siento, les he fallado.
—Awww, qué tierno. Ahora, eso me da más razones para preparar el desayuno. Mírate, tu cara está roja como un tomate.
—Ya, hermana...
—Hermanita.
—Ya, hermana...
—Hermanita.
—¿En serio quieres que te diga "hermanita" todo el tiempo?
—Sí, hermano. Lo que ibas a decir antes, dilo, pero con la palabra "hermanita".
—Ya, hermanita... Olvídalo.
Se echó a reír.
—Bueno, ya ven a la mesa antes de que se enfríe el desayuno.
Me acerqué silenciosamente a la mesa. Cuando estuve lo suficientemente cerca, pude oler el huevo frito con tocino y el café. Según lo que leí en un libro de cocina, para freír un huevo debes calcular el tiempo adecuado. No sacarlo tan rápido o puede estar crudo, pero tampoco mantenerlo mucho tiempo en la sartén o puede salir quemado. Lo mismo aplica para el tocino.
Después de un rato, mi hermana se sentó frente a mí.
Y ahí va mi hermana de nuevo, no está comiendo lo mismo que yo. Ella está comiendo una ensalada de frutas: fresas, rebanadas de plátano, uvas y una manzana. Lo acompaña con un café, pero huele muy fuerte; creo que está bien cargado.
Mi hermana notó mi mirada hacia su plato. Agarró su tenedor, clavó una rebanada de plátano y una uva, y las levantó a la altura de mi boca.
—Di "AA".
—AAAA— "MASTICAR"
—¿Y qué tal? Está bueno, ¿no?
Diablos, está muy bueno, como siempre, pero creo que, si yo como lo que mi hermana come, no me saciaría.
—Sí, está muy bueno. Pero, ¿cómo logras llenarte con tan poco? En mi caso, no podría.
—Jejeje, yo tampoco lo sé. Además, las mujeres debemos cuidar nuestra figura, y leí hace tiempo que si desayunas pura fruta es el mejor comienzo para el día. Además, mírate, estás engordando. Cuida tu figura —dijo con una risa burlona —. ¿Qué pensarán las personas?
—No estoy engordando. En serio, a pesar de mi apariencia, yo hago ejercicio. Además, no te debe importar lo que piensen los demás; solo cuida tu salud.
En serio, hago ejercicio, espero que me crean.
—Sí, tienes razón, pero tú haciendo ejercicio... jajaja, no me hagas reír, por favor.
—Aaaa, discutir contigo es una pérdida de tiempo.
Cada uno volvió a lo suyo. Agarré mi huevo y tocino, los puse dentro del pan y di un gran mordisco. Estaba delicioso. Mmm, ¿por qué siento una mirada? Levanté la vista y vi a mi hermana observándome.
¿Acaso quiere que le elogie el desayuno? ¿En serio? ¿Es una niña?... Bueno, comenzaremos con la actuación.
—"LO SABOREA" Qué rico está, hermana. —Su mirada cambió a una expresión fría—. Hermosura, está delicioso. Ooo, con tus delicadas manos preparaste un manjar para los dioses.
—Ya, tampoco te pases. Me basta con que digas que está delicioso.
Su cara se sonrojó. Antes de que se tapara con el tenedor que sostenía, vi una sonrisa.
Inconscientemente, también sonreí.
—Por cierto, ¿nuestros padres no vendrán a desayunar?
—No, ellos se fueron temprano a trabajar.
—Ah, bueno.
Reinó el silencio.
Después de un tiempo, mi hermana acabó antes que yo. Se levantó de la silla, tomó su plato y lo llevó al lavaplatos. Sin levantar la vista, escuché el sonido del agua.
Se paró detrás de mí.
—¡AAAA!
¡Qué fría está el agua! Volteé la cabeza para mirarla.
—¿P-Por qué lo hiciste?
Se echó a reír.
—Perdón, es que vi el ambiente un poco tenso. Además—agarró mi cabeza con sus dos manos y me hizo girar hacia el frente—cuántas veces te he dicho que no me gusta cómo llevas el cabello.
—Perdón, se me olvida, pero también es un rollo peinarme.
Hizo un puchero.
—No te muevas de acá.
Después de eso, subió las escaleras y se demoró unos cinco minutos, tiempo suficiente para terminar lo que me quedaba del desayuno.
—Ya estoy.
Se paró nuevamente detrás de mí y puso en la mesa algunas ligas y un peine.
—¿Por qué te demoraste tanto si solo fuiste a traer estas cosas?
Sentí un aroma a perfume y maquillaje.
—Mmm, no lo sé. Pero cambiando de tema, ¿cómo te peino esta vez? Oh, vamos, no soy una muñeca que debes peinar todo el tiempo. Pensé en decírselo, pero mejor me callo, porque la última vez que lo dije, perdí gran parte de mi preciado cabello.
—AAAA
Sentí un tirón en la parte de atrás y me giré para ver a mi hermana. Su sonrisa era un tanto macabra, con una vena palpitante en la sien. ¿Acaso puede leer mis pensamientos?
Después de un rato, mi hermana terminó de peinarme y me miró con una expresión de satisfacción.
—Listo, ahora sí te ves todo un galán.
—Mmm, gracias... pero si no me gusta, me voy a despeinar.
—¡¡¡AUCH!!!
Recibí un golpe en el costado. Definitivamente, hice enojar a mi hermana. Su mirada de ira me atravesó.
—Si me entero de que te despeinaste, valiste ¿comprendes?
"TRAGA SALIBA"
—S-Sí, hermanita.
Ella se sentó frente a mí de nuevo, todavía con su mirada intimidante. Mejor cambio de tema antes de que se ponga peor.
—Por cierto, hermanita, no tenías que ir temprano a la preparatoria. Recuerda que tienes que dar un discurso como la alumna ejemplar que sacó uno de los puntajes más altos.
—¡¡¡AAAA!!! Es cierto, pero todavía falta tiempo, así que puedo quedarme un rato más. Oye—me miró con una mirada pícara—tu noviecita va a ir a la misma prepa, ¿no estás nervioso? ¿Noviecita? ¿Desde cuándo tengo una?
—Aaaa, te refieres a Vaiolet. Primero aclaremos algo: solo es mi amiga y además...
Ella me cortó.
—¿Así? Solo tu amiga. Tan amiga que hizo el mismo examen que tú para ingresar a la misma preparatoria, tan amiga que te invita todos los 14 de febrero. Nuestros padres aprueban la relación. Se conocen desde hace tiempo; hasta diría que Vaiolet tiene el título de amiga de infancia.
—Tú misma lo dijiste, es una amiga y nada más.
—De amigos a parejas solo hay un paso, "hermanito".
Es la primera vez que me llama así, y me resulta raro.
—Bueno, yo ya me tengo que ir, hermano. Hay que ser puntual. Espero que estés en mi discurso. Quiero que seas el primero en aplaudir.
Ni en sueños. ¿Qué pasa si soy el único? Todos me mirarían y moriría de vergüenza.
—Sí, hermanita, seré el primero :)
Ella se levantó de la silla, se sacó el delantal de la cocina y lo colgó. Subió las escaleras con una rapidez sorprendente. Bajo las gradas.
Se veía realmente hermosa con el uniforme: piel blanca, ojos grandes y oscuros como la luna, cabello rizado hasta la cintura en un tono marrón claro, y una corona hecha con su cabello. Además, tenía un lunar en la mejilla izquierda. El hombre que salga con ella será como ganar la lotería.
En vez de una mochila, llevaba un maletín colgado de su hombro derecho.
—Y ¿qué tal? Sé que tienes una hermanita hermosa, pero tampoco te enamores de mí. Tú ya tienes a Vaiolet.
—No es mi enamorada, y sí, confirmo, hermanita, estás reluciente. Enamorarás a cualquier hombre que te vea por la calle o dentro de la prepa.
Escuché un suspiro. Su cara estaba roja.
Casi se me olvida, le compré algo.
—Hermanita, no te muevas. Tengo un regalo para ti que espero aceptes —le sonreí—. Espero que lo lleves puesto en el discurso.
Volví a mi habitación. Antes de agarrar la cajita pequeña, me miré en el espejo, viendo mi reflejo por un breve instante. Mi peinado estaba en un estilo sencillo: una colita de cerdo en la parte de atrás y dos mechones de cabello delante de las orejas.
—Gracias, hermana, por peinarme —murmuré.
Sin perder más tiempo, bajé las escaleras. Ella estaba esperando sentada en la silla que había ocupado antes.
—Ya vine, hermanita. Mira tu regalo; me costó un riñón. Así que más te vale que lo cuides como si tu alma dependiera de ello.
Escuché una risita muy baja. Se levantó de la silla y se acercó. Abrí la cajita, que contenía un ganchito azul oscuro con la forma de una flor. Vi cómo a mi hermana se le iluminaron los ojos.
Me acerqué más; su cabeza estaba prácticamente pegada a mi pecho. Agarré el ganchito y se lo puse en el lado izquierdo de la corona de su cabello. Escuché un gemido o suspiro, no estoy seguro. De repente, sentí cómo me rodeaba con sus brazos, y su cabeza descansaba en mi pecho.
—¡¡¡¡Muchas gracias, hermanito!!!!
Yo también la rodeé con mis brazos. Me sentí extraño; esta vez no me molestó que me llamara "hermanito". Cuando se separó de mí, su cara estaba un poco roja.
Con las mangas de su uniforme, se secó las lágrimas.
—Vamos, no llores. Es solo un simple regalo. Además, estás estropeando ese maquillaje —le dije con una risa burlona.
Ella me miró con sus ojos negros, como si estuviera diciendo "¿Acaso no sabes que este es un momento emotivo?"
—Vamos, hermanita, se está haciendo tarde :)
—Sí, gracias de nuevo. Tampoco te demores, no quiero que llegues tarde también.
Mi hermana caminó directamente hacia la puerta de la casa.
—Nos vemos en la preparatoria, hermano.
—Adiós, hermanita.
Abrió la puerta y se fue. Ahora comenzaba lo que tenía que hacer. Me dirigí a la mesa esperando encontrar mi plato de desayuno. No había nada. Fui al fregadero y, de nuevo, no encontré nada.
Sonrei en mis adentros, solo una persona tuvo que hacerlo.
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--Adiós hermanita.
Cerré la puerta y me dirigí a la parada del bus para ir a la preparatoria.
—Tonto —murmuré para mí misma.
Estoy muy agradecida por el ganchito azul oscuro que me dio.
Después de tomar el bus, me encontraba frente a la imponente puerta de la preparatoria Igolide III, una de las más difíciles de ingresar. Para ser admitido, había que responder al menos 70 de las 100 preguntas correctamente.
Con mi puntaje de 95 aciertos, fui una de las elegidas para dar un discurso a los nuevos estudiantes. Me quedé mirando la puerta por más de un minuto, observando a los estudiantes que, con el mismo uniforme, entraban al edificio.
—Vamos allá —me dije a mí misma en un susurro.
Me dirigí a la cancha de básquet y vóley, un lugar espacioso. Si te preguntas cómo sé dónde está cada instalación, fue porque unos días antes de la inauguración nos hicieron un recorrido a los seleccionados para familiarizarnos con el lugar.
—¿Por qué no ha llegado aún? —pensé, sumergiéndome en mis pensamientos. Ya solo faltaban 20 minutos para que comenzara la inauguración. Siempre me irrita pensar en él. De repente, escuché una voz conocida.
—Llegaste muy temprano, Emily.
—¡Wao! —susurré sorprendentemente bajo, casi sin darme cuenta.
Era Ethan, un hombre alto, incluso más alto que mi hermano. Llevaba unos lentes y sus ojos, de un negro afilado, contrastaban con su piel un poco más oscura que la mía. Su cabello corto y negro y su uniforme bien cuidado y planchado, con zapatos tan lustrados que reflejaban mi rostro, lo hacían parecer muy maduro a pesar de su edad. Y sí, también era muy guapo.
—Buenos días, Ethan. ¿Temprano? Solo faltan 20 minutos para que empiece. Debemos procurar no llegar tarde el primer día, ¿no?
—Tienes razón —respondió con una sonrisa—. Solo faltan 20 minutos, pero ¿quién llegaría tarde el primer día? —se río—. Bueno, ¿ya sabes lo que tienes que decir?
—Sí, me lo aprendí a memoria ayer. Estoy preparada.
—Qué bien. ¿Nos vamos ya?
—Sí, por favor. Por cierto, ¿cómo va...?
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Me dirigí a mi habitación de nuevo, a recoger mi dinero para tomar el bus y comprarme algunas cositas por ahí.
A mira esa hermosa cama bien tendida, como me gustaría echarme un ratito.
Ya había pasado como unos 20 minutos desde que mi hermana se fue. Me paré frente al espejo, revisando mi atuendo completo, y sí, estaba todo listo para ir a la preparatoria. Me dirigí a la puerta de la casa y la abrí.
—¡¡¡Adiós a todos!!! —exclamé mientras salía.
Me despedí, aunque no estaba seguro exactamente de a quién, simplemente sentí que debía hacerlo.
Frente a una tienda de refrescos, me detuve.
—¡Buenos días, doña! —saludé con entusiasmo.
La señora de la tienda, regordeta y de unos 80 años, con el cabello blanco como la nieve y unos anteojos gruesos, no levantó la mirada ni me respondió. Así que, para captar su atención, le toqué el hombro.
—Buenos días, jovencito —murmuró, finalmente levantando la vista.
—¿Cuánto cuesta esta botella de agua? —pregunté. Ella me observó sin decir una palabra, así que me acerqué a la botella. Al ver que llevaba una etiqueta de precio, tomé la botella y me la llevé a la señora. Ella vio el precio, pagué lo que correspondía y recibí mi vuelto.
—¡¡Hasta luego, doña!! —dije mientras me alejaba.
Pero ella seguía sin responder.
Me dirigí al paradero del bus, pensando: "Tengo que llegar en 5 minutos". Sin embargo. El primer semáforo que encontré estaba en rojo, y pasaron unos interminables 120 segundos. ¡Dos minutos! Si no llego en tres, el bus se irá y llegaré tarde en mi primer día.
Cuando el semáforo se puso en verde, corrí con toda mi velocidad,
PIN PIN PIN
Se me cayó el dinero. El billete y las monedas aterrizó justo frente a un perro.
No le tenía miedo al perro, pero si me demoraba más, mi hermana me mataría al volver a casa. Me agaché y le hablé al perro con la voz más suave que pude. —Tutututu, hola, lindo perrito. Tú no muerdes, ¿verdad? Eres un perro muy bueno.
Extendí mi mano lentamente hacia el dinero. Casi lo alcanzo, el perro empezo a ladrar en mi cara, y pensé que me iba a morder. Decidí que el dinero no valía la pena.
—¡Al diablo con el dinero! —murmuré.
Dejé el billete y las monedas, denuevo volví a correr. Después de un rato, finalmente vi el paradero del bus y una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en mi rostro.
—Psssss —se oyó el sonido del bus comenzando a moverse.
La sonrisa se desvaneció lentamente de mi rostro. Me retracto, hoy definitivamente no es mi día de suerte… Bueno, solo queda esperar otros 10 minutos. Como decía mi padre: "Al mal tiempo, buena cara."
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—PLAN PLAN —el sonido de las campanas.
Espero que haya llegado a tiempo mi hermano.
Me encontraba sentada en la parte de atrás de la sala, con Ethan a mi izquierda, erguido y atento. A mi derecha, los profesores conversaban entre sí, y el bullicio de los estudiantes llenaba la sala. Pensé para mis adentros que, "por lo menos, este lugar no parecía ser tan estricto"
De repente, una chica entró con papeles en la mano derecha. Era hermosa, con el cabello lacio y de un rojo carmesí intenso, adornado con un listón negro en la parte de atrás. Sus ojos, también rojos, eran grandes y expresivos. Se dirigió al podio y, con un firme golpecito al micrófono, atrajo la atención de todos.
—Buenos días a todos —dijo, inundando la sala con un silencio expectante—. Soy Aurora de la Torre, presidenta del consejo estudiantil de la preparatoria Igolide III.
El nombre me sonaba familiar. ¿No era ella la hija de una de las familias más ricas del país?
—En este momento, damos inicio a un nuevo año escolar. Ustedes, de ahora en adelante, representarán a la preparatoria Igolide III, manteniendo el lema "Estudio y Disciplina" en alto.
Su discurso, que inicialmente pensé que sería simple, tenía un aire de seriedad que imponía respeto.
—¡Bueno, iniciamos el primer día de clases!
El entusiasmo de los estudiantes se desbordó en vítores y aplausos. Miré a Ethan de manera inconsciente, y él, al notar mi mirada, me devolvió una sonrisa cálida. También comenzamos a aplaudir. Los discursos de los estudiantes que habían destacado en el examen de ingreso siguieron. Ethan fue el penúltimo en hablar, regresó a su asiento y me lanzó una sonrisa alentadora.
—Buena suerte —susurró.
Me levanté y subí al podio. La presidenta había dado un discurso serio, y Ethan había suavizado el ambiente con su alegría. Ahora era mi turno. ¿Debería ser seria o alegre? A decir verdad, no tenía claro cómo abordaría mi discurso, así que decidí improvisar un poco.
—Buenos días, compañeros —empecé, tratando de proyectar seguridad—. Soy Emily Mortero. Espero que este año esté lleno de esfuerzo y recompensas para todos nosotros. Estoy emocionada por aprender nuevas cosas, formar amistades y enfrentar juntos los retos que se nos presenten.
"¿lo estoy haciendo bien?"
Después un gran floro que metí en el discurso alguien abrió las puertas de la sala de una forma sutil, que nadie se daría cuenta si no fuera que la persona que estaría en el podio lo señalaría.
Pero no soy tan mala, te dejare pasar, mirando más detenidamente era un chico que tenía el mismo peinado que le hice a mi….
--Emily—alguien susurro, creo que era Ethan, hay creo que me perdí en mis pensamientos.
--¡¡¡¡¡Damos inicio al primer día de clases a la preparatoria Igolide III!!!
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"El bus sale en 2 minutos", gritó el chofer, interrumpiendo mis pensamientos.
Perfecto. Me levanté de la vereda y sacudí el polvo que se había acumulado en mis pantalones. Ya llegué tarde, y no hay vuelta atrás. Deben haber pasado al menos 20 minutos, y si mi hermana se entera, estoy muerto en casa.
Revisé la hora en mi celular. La inauguración ya debería haberse terminado, lo que significaría que podría ir directo a clase. Pero si no ha terminado... bueno, eso sería el peor escenario. Solo quedaba rezar para que todo esté a mi favor mientras tomaba el bus.
Finalmente, llegué frente a las puertas de la preparatoria. Extraño. Las puertas estaban abiertas, y por alguna razón, no había ningún portero vigilándolas. Hey, eso a mí me conviene.
Escuché un discurso a lo lejos, el volumen bajo pero reconocible. Me acerqué a la sala de donde provenía el sonido.
¡Guau! Qué enorme es esta sala, pensé, impresionado. Asomé mi cabeza para ver qué estaba pasando, y ¡diablos! La inauguración aún seguía en marcha. Genial. Ahora tengo dos opciones:
1. Esperar afuera y mezclarme con los estudiantes cuando salgan.
2. Entrar y ponerme en las filas, exponiéndome por completo a la persona que esa en el podio.
La primera opción es la más segura. Si entro, el que esté en el podio podría notarme y señalarme frente a todos. Sip, mejor espero.
Entonces, escuché voces. Parecía que algunos profesores estaban cerca, y si me atrapan ahora... adiós. Miré a mi alrededor, buscando un lugar donde esconderme, pero no había nada. ¡Perfecto! Ahora la única opción es entrar. Ay Dios, por favor, que la persona en el podio sea una bendición, un alma pura que no me delate.
Suspiré profundamente y conté: "Uno, dos, tres". Abrí las puertas de forma sutil y entré, intentando mezclarme con los estudiantes. Desde allí, pude ver mejor la figura en el podio: una mujer. Nuestras miradas se cruzaron. No podía ver bien su cara, ya que estaba demasiado lejos, pero algo me decía que me estaba observando muy de cerca.
De repente, la mujer dejó de hablar. Me está mirando directamente. "Por favor, no digas nada. Te lo suplico", pensé con todas mis fuerzas.
Finalmente, llegué a las filas sin que me delatara. Pero entonces, la mujer en el podio levantó la voz y gritó:
—¡¡¡¡¡Damos inicio al primer día de clases en la preparatoria Igolide III!!!
Espera un momento... Esa voz... ¿Por qué me suena tanto?
"Tragué saliva"
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Me encontraba sentado en la última fila de la clase 1B, justo junto a la ventana, el mejor lugar que uno puede pedir. La vista es perfecta, y es el sitio ideal para comer algo sin que el profesor
se dé cuenta, o simplemente perder el tiempo mirando al exterior. Por ahora, no hay ningún docente en el aula, así que el ambiente es relajado. Algunos de mis compañeros ya han comenzado a socializar entre ellos. "¿Cómo pueden hablar con extraños tan rápido?", pensé.
Justo cuando estaba por desconectarme del todo, la persona que se sentaría a mi lado por el resto del año me habló.
—H-hola —dijo, ruborizándose un poco. Aww, qué tierna. Era del tamaño de mi hermana, llevaba dos coletas bajas y unos lentes de color morado, a juego con sus ojos. ¿Por qué me está hablando?, me pregunté mientras echaba una mirada rápida a su alrededor. Su vecina del otro lado estaba hablando con otras chicas. Ah, claro, eso tiene sentido. No sabe cómo unirse a la conversación y me está usando de conejillo de indias.
—Mucho gusto en conocerte, me llamo…
Justo cuando estaba a punto de decir su nombre, un chico alto, de cabello rubio y ojos azules, se levantó de su asiento con una confianza abrumadora. Sip, ya sé a quién envidiar este año.
—Buenas compañeros y compañeras —dijo con una voz fuerte que resonó por toda el aula—. Ya que estamos recién conociéndonos, tengo una propuesta: ¿qué tal si todos nos presentamos?
Todos asintieron. Diablos, hasta yo lo hice. Si las cosas siguen así, este "chico guapo" va a ser una celebridad en la clase 1B.
—Como yo lo propuse, me gustaría presentarme primero. Me llamo Roir Blanco... Y así comenzó, seguido por los demás estudiantes, uno tras otro. Cuando finalmente llegó el turno de la chica a mi lado, la noté jugando con sus dedos debajo de la mesa. Tenía una expresión de puro nerviosismo.
"Vamos, no es para tanto", pensé.
Finalmente, se armó de valor o tal vez solo lo hizo porque todas las miradas estaban fijas en ella, se levantó.
—Buenos días compañeros y compañeras. Me llamo... —tosió unas tres veces, lo que solo aumentó su nerviosismo—. M-Merry Tolkie. Me gusta leer. Espero que nos llevemos bien.
Su presentación fue corta y simple, y aunque no fue la más impactante, fue sincera. A lo lejos, escuché risitas de algunas chicas. "Qué mala educación", pensé. Merry se sentó rápidamente, visiblemente incómoda.
Genial, ahora me toca a mí. Tenía dos opciones: hacer una presentación corta y sin mucha complicación, como la de Merry, o meterle algo de chispa. Todos sabemos que la primera impresión marca tu sitio en la clase, o "tu rango", por así decirlo. Ya está claro que Roir está en lo más alto y Merry, lamentablemente, está en uno de los niveles más bajos.
Es mi turno de decidir en qué lugar quiero estar.
Todas las miradas se dirigieron hacia el último asiento, el mío. Me levanté lentamente, sintiendo el peso de la mirada de Merry sobre mí.
—Buenas compañeros y compañeras, me llamo...
Justo en ese momento, un profesor irrumpió en la clase.
—Buenos días, estudiantes. Soy su tutor Jorh Rio...
¿En serio? El profesor que va ser nuestro tutor por el resto del año me interrumpió justo cuando empezaba mi presentación. A lo lejos, escuché las risitas ahogadas de algunas chicas.
El hombre era alto, tal vez un poco más que yo, con la cabeza completamente rapada y unos anteojos que lo hacían parecer más severo. Qué más da, pensé mientras me sentaba de nuevo para escuchar lo que tuviera que decir.
—También seré su profesor de historia —dijo mientras sacaba un papel grande de su maletín y lo colgaba en la pizarra—. Tomen apuntes, estos serán los horarios de las clases de ahora en adelante. Como este es el primer día, vamos a hablar sobre nuestros pasatiempos y nos presentaremos...
Sentí que el profesor simplemente estaba usando el primer día como una excusa para no avanzar con el contenido real. Me dio una sonrisa cuando notó mi mirada, como si hubiera leído mis pensamientos.
—Así que, si alguien quiere ser voluntario, que lo haga, o de lo contrario lo haré al azar.
—Profesor, nosotros ya nos presentamos cuando usted estaba ausente... —dijo alguien desde el fondo.
Uf, eso fue un golpe bajo. Noté que la sonrisa del profesor se desvaneció rápidamente.
—Por eso mismo, solo falta mi compañero que está... —intentó continuar Roir.
El profesor lo interrumpió bruscamente.
Ese maldito Roir. ¡No me menciones! No quiero problemas con el profesor.
—Disculpa, ¿cómo te llamas? —preguntó el profesor con aparente interés.
Vamos, Roir, date cuenta. El profesor solo quiere perder el tiempo contigo para hacer que todos se presenten otra vez. Está usándote.
—Perdón por mi falta de respeto, profesor. Me llamo Roir Blanco.
—¡Fantástico, Roir! ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? —dijo el profesor, ahora con una sonrisa que le cruzaba todo el rostro.
Genial, lo logró. El profesor se dio cuenta de que Roir es el centro de la clase, y si él se presenta, todos seguirán.
Después de un considerable desperdicio de tiempo, finalmente llegó mi turno otra vez. Para mi sorpresa, Merry hizo una presentación mucho mejor que la anterior, y noté que parecía haber ganado algo de confianza. Me levanté una vez más para presentarme.
—Buenos días, profesor y compañeros. Me llamo...
—¡PLAN-PLAN! —sonó la campana, interrumpiéndome nuevamente.
Escuché esas molestas risitas otra vez. Aaaa, cómo me irritan. Pero no debería preocuparme, seguro que el profesor retendrá a todos para que escuchen mi presentación... ¿no?
—Bueno, estudiantes, ya se terminó el tiempo de las presentaciones. Es hora del almuerzo, así que todos pueden salir —dijo el profesor, sin inmutarse.
¿En serio? Miré al profesor por un rato, y él me devolvió la mirada con una sonrisa maliciosa, casi burlona. ¿Es que todos pueden leer mis pensamientos?, pensé frustrado mientras me sentaba en mi silla, con el peso de la derrota encima.
La clase está vacía, me estiré un poco la espalda, pensando: "Bueno, vamos a comer." Justo cuando estaba por levantarme, sentí que alguien jalaba mi ropa. Al girar, vi que era Merry.
—Yo quiero escuchar tu presentación —dijo en voz baja, pero firme.
Gracias, Merry, en serio te lo agradezco por preocuparte.
—A-aléjate, por favor... ya no llores —dijo rápidamente, algo nerviosa.
¡¿Llorar?! Uy, tal vez me pasé un poco de emotivo. Me enderecé y, sin pensarlo mucho, puse una rodilla en el suelo, como si fuera a hacer una gran declaración.
—¿Quieres ir a comer? —le pregunté, con una sonrisa.
De inmediato, escuché un gritito suave, como el de un gatito. Sí, ya lo he dicho antes, Merry es increíblemente tierna. Estaba roja como un tomate y definitivamente nerviosa. Quizás fui demasiado lejos.
—¡¡¡No!!! —gritó alguien desde la puerta del salón. Al mirar, vi a mi hermana, Emily, que se acercaba rápidamente.
—¿Qué haces...? —comenzó a decir, pero la interrumpí.
—Oh, herma... —iba a decir "hermana", pero con esa mirada helada que me lanzó, preferí callarme de inmediato.
Emily se me acercó y me llevó a un lado, un poco alejado de Merry, quien seguía roja y parecía estar completamente perdida en sus pensamientos.
—¿Qué haces, hermano? ¿Acaso no sabes que le estás pidiendo matrimonio? —me susurró con una mezcla de incredulidad y molestia. ¿Matrimonio? Me quedé callado, tratando de procesar lo que acababa de decir —Ay, hermano, si te pones de rodillas así, especialmente con la izquierda, es como si le estuvieras pidiendo la mano —explicó, suspirando exasperada.
—¿Aaaa? ¿Eso importa? —respondí, tratando de no darle demasiada importancia. Pero la mirada que me lanzó Emily era más violenta y despreciativa que cualquier otra cosa.
—Además, estás saliendo con Vaiolet. Si ella se entera de esto, estás muerto —añadió, mirándome con severidad.
—No estoy saliendo con Vaiolet —dije, intentando aclarar las cosas.
—¿En serio? Es que siempre los veo juntos todos los 14 —replicó mi hermana, levantando una ceja.
—Solo es mi amiga, hermAAAA... —de repente, sentí un pellizco en mi hombro izquierdo. Giré y ahí estaba Emily, con una mirada furiosa.
—¿Qué te pasa ahora? —me quejé, frotándome el hombro.
—De ahora en adelante, no quiero que me llames "hermana" en la preparatoria —me soltó de golpe.
¿En serio? ¿Qué le pasa ahora?
—Ay, ¿todavía lo preguntas? —dijo, notando mi cara de desconcierto, ni siquiera lo pregunte ¿Cómo diablos sabe lo que estoy pensando mi hermana? —Primero, no cumpliste tu promesa. Segundo, llegaste tarde el primer día. Desde ahora, me llamas por mi nombre, ¿comprendes?
Bueno, si eso la hacía feliz, tampoco me iba a quejar.
—Vale, Emily —respondí con una sonrisa—. Pero, ¿qué haces en mi salón de clases?
—Aaaa, quería invitarte a almorzar, pero viendo cómo están las cosas, mejor te dejo. Así que arregla esto, ¿comprendes?
—Sí, hermanita —le guiñé un ojo, pero ella solo rodó los ojos antes de salir del salón.
Suspiré y volví a mi lugar junto a Merry. Aún parecía estar perdida en sus pensamientos, aunque al menos ya no estaba roja.
—Merry —la llamé suavemente.
—¿Sí? —me contestó distraída.
—Aún no me respondes si quieres...
De repente, me interrumpió, agitando las manos nerviosas.
—No, no, no, aún soy muy joven.
¿Eh? Al parecer mi hermana tenía razón sobre las ideas locas que Merry podría estar sacando de contexto.
—Me refería a si querías ir al comedor —aclaré, riendo suavemente.
—¿Eh? ¿Era eso? —sus ojos se agrandaron por la sorpresa— Yo... ¡sí, claro! Perdón, pensé... nada. En ese caso, sí, por favor. Gracias por la invitación.
—De nada —le respondí con una sonrisa, aliviado de que la situación se relajara un poco.
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Me encuentro en el comedor, sentado frente a Merry. A lo lejos, mi hermana está con sus amigas, y claro, Vaiolet también está ahí, charlando animadamente.
—Bueno, Merry, ¿qué quieres comer? Yo invito —le dije, sonriendo.
Ella negó suavemente con la cabeza, mirándome tímidamente.
—No, quiero pagar mi propia comida —respondió, con esa voz suave.
—Por favor, insisto —le dije con más firmeza, mi sonrisa aún más amplia. Sabía que la estaba poniendo en una situación incómoda, pero me parecía correcto invitarla.
Escuché un leve sonido, como un suspiro que parecía más un pequeño maullido. Ya lo había mencionado antes, pero en serio, Merry es increíblemente tierna.
—En ese caso, me gustaría una ensalada de frutas —murmuró.
¿Una ensalada de frutas? ¿Para el almuerzo? Me sorprendió, pero si eso era lo que quería, no tenía problema.
—¿Estás segura de que con eso te llenas? —pregunté, algo desconcertado, pero aun sonriendo.
—Sí, eso está bien —dijo, desviando la mirada, como si estuviera avergonzada de pedir algo tan simple.
—Bueno entonces, ya vuelvo —me levanté y me dirigí a la fila para pedir. Mientras me alejaba, no pude evitar echar una última mirada hacia ella. Ahí estaba, sentada, tan tranquila.
Me encontraba en la cola, y sí, parecía interminable. Saqué mi celular con la intención de chatear con mi hermana, pero no fue necesario. Sentí un empujón por detrás.
—¡Hey, no empujes! —giré la cabeza, esperando ver a un desconocido, pero en su lugar me encontré con Emily—. Ah, eras tú... lo siento, herma... Emily.
—¿Qué te trae por aquí? —me preguntó con su habitual tono inquisitivo.
—Estoy pidiendo la comida de Merry. Por cierto, ¿una ensalada de frutas es apropiada para el almuerzo?
Emily me miró como si hubiera dicho algo ridículo.
—Es obvio que sí, una ensalada no te hace engordar. Pero cambiando de tema... le conté a Vaiolet lo que pasó en el salón, y no te imaginas lo que dijo —puso una expresión de sorpresa exagerada.
Sabía que, si se trataba de Vaiolet, probablemente diría algo como: "¡Qué bien, al fin ese monstruo encontró a alguien!"
—No, no lo sé, ¿qué dijo? —le pregunté, aunque en el fondo ya tenía una idea.
—Dijo: "No me lo cuentes, ¿en serio? ¿Quién diría que ese monstruo conseguiría novia antes que yo?"
Me reí internamente. Vaiolet prácticamente había dicho lo que esperaba.
—Era de esperar —dije, riendo por lo bajo.
Emily me lanzó una mirada de desconcierto.
—¿De qué te ríes?
—De nada. Pero, ¿por qué estás tan furiosa?
—¿Cómo que por qué? ¡Nuestros padres y yo pensábamos que ustedes tenían algo, pero todo fue una mentira!
—Tú misma lo dijiste: ustedes asumieron algo que nunca pasó. Desde el principio les dije que Vaiolet es solo una amiga, nada más.
Por un momento, reinó el silencio entre nosotros.
—Por cierto, ¿ya hiciste amigas? —le pregunté, cambiando de tema.
Emily frunció el ceño.
—¿Qué insinúas?
—Nada, solo que recordando tu "historial", me da ganas de llorar.
—Para tu información, el que se quedaba sin amigos eras tú —replicó, cruzándose de brazos—. Y sí, ya tengo más amigas que tú. De hecho, estoy considerando postularme para el consejo estudiantil. Espero que me apoyes.
Casi me echo a llorar de la emoción. Mi tonta hermana, cómo puede recordar tan vívidamente los momentos oscuros de mi vida social. Suspiré y sonreí.
—Sí, te apoyaré... —respondí justo cuando la fila al fin avanzó.
Escuché algunos murmullos a mi alrededor. Parecía que nuestra conversación había atraído algo de atención.
—Oye, mira, ¿no es guapa esa chica? —dijo uno.
—¿Quién es ese que está hablando con ella? ¿Será su novio? —respondió otro.
—Imposible, recién comenzaron las clases.
Sonreí para mis adentros. Hermana famosa, ¿eh? Emily, sin duda, ya había capturado la atención de todos.
—¡Wao, Emily! Te convertiste en toda una celebridad en tan poco tiempo —dije, medio en broma, medio sorprendido.
La cara de Emily se puso roja como un tomate, y no por la vergüenza precisamente.
—¡Cállate! ¡Es tu culpa! —respondió, cruzándose de brazos y evitando mirarme.
—¿Mi culpa? —pregunté, rascándome la cabeza—. Yo ni siquiera sé qué hice.
Reinó el silencio entre nosotros, el tipo de silencio incómodo que suele aparecer cuando no entiendes nada de lo que está pasando, pero parece que todo el mundo espera que lo hagas. Emily simplemente me miraba de reojo, claramente molesta, y yo no sabía cómo abordar el tema.
El ambiente tenso siguió hasta que finalmente llegó mi turno en la fila. El sonido de los cubiertos y el murmullo de los demás nos envolvieron, pero mi cabeza seguía dándole vueltas a lo que acababa de pasar.
—Buenas tardes, me puede dar una ensalada de frutas y un café en lata —Sí, el café es para mí. No sé por qué, pero de repente se me quitó el apetito.
—Oh, Emily, ¿quieres algo? Yo invito —le dije con una sonrisa amistosa.
Mi hermana levantó la mirada. Uy, parece que la hice enojar. Está sonriendo, pero se le nota una vena en la sien. ¿Por qué?
—Oh, gracias. Por favor, también me puedes pedir una ensalada de frutas.
—¡Claro, señorita! —dijo el empleado, con una mirada que parecía un poco asustada.
Después de recibir nuestras comidas, cada uno se fue a su grupo de amigos. Oh, Dios, no debí invitar a mi hermana. Ahora no tengo mucho dinero.
Me senté frente a Merry. Le pasé su ensalada de frutas, y noté que su mirada se posaba en mi plato vacío.
—¿Sucede algo, Merry?
—Aa, ¿no comerás nada?
—No, no tengo mucha hambre.
Merry comenzó a comer, y yo aproveché para continuar con la conversación.
—Por cierto, Merry, ¿sobre qué querías hablar?
Sí, ya sé, fui yo quien la invitó, pero quiero que me lo diga de nuevo.
—Aa, yo quería escuchar tu presentación, si no te importa.
—Ah, sí, no pude presentarme porque justo acabó el tiempo —le di una sonrisa—. Bueno, mucho gusto en conocerte, Merry Tolkie. Yo me llamo Dylan Mortero. No tengo mucho interés en los deportes, ya que no tengo mucha resistencia, pero me gusta leer y tocar el violín. Espero que nos llevemos bien.
—¿Dylan Mortero? —Uy, parece que se ha dado cuenta de que la chica ejemplar se apellida igual que yo—. Mucho gusto en conocerte —me dijo con una sonrisa brillante.
Después de hablar sobre nuestros compañeros (jajaja, fui el único que estaba hablando) Merry habló de nuevo.
—Aa, Dylan, gracias por la comida —dijo, mientras apenas había tocado su ensalada de frutas—. Yo ya me tengo que ir, por favor, ¿le puedes entregar el plato?
—Ah, ¿pero no te lo vas a acabar? —pregunté, un poco confundido.
Pisé una mina. Merry me miró con unos ojos furiosos.
—No, yo ya estoy llena. Por favor, cómetelo tú —dijo, con un tono firme pero aún amigable.
Se levantó del comedor y me dejó con la ensalada de frutas que aún tenía la mitad.
"TRAGA SALIVA"
Levanté la vista justo a tiempo para ver a mi hermana sosteniendo su celular, grabando mi dilema como si estuviera en medio de una película dramática.
—Genial, ¿en serio, hermana? —murmuré en voz baja.
Miré de nuevo la ensalada. La cuchara relucía bajo las luces del comedor, y cada segundo que pasaba me hacía sentir como si estuviera enfrentando una decisión monumental.
—Bueno... —suspiré.
Pensé en Merry, su mirada tímida y ese momento incómodo. ¿Podría realmente dejarla mal al no comerme la ensalada? Tal vez esto sería algo que ella no notaría... Y luego estaba la cuestión del "beso indirecto", algo que no podía dejar de rondar en mi cabeza.
—¡Vamos, no es gran cosa! —me animé a mí mismo
Recibí un mensaje a mi celular, era de parte de mi hermana.
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Cierto… pero que mierda estoy haciendo, casi cometo una locura, aparte la ensalada.
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<<¿Merry? Hasta ya sabes su nombre, jajaa vamos hermano Merry es una chica linda, tiene un buen físico, solo come su ensalada de frutas :)>>
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Guarde mi celular en mi bolsillo, termine de tomar mi café en lata, espera ¿yo no compre un refresco antes? Amou por eso me quedo sin dinero los fines de semana.
Me levante de la silla, me estoy dirigiendo a las clases, note la mirada de mi hermana, le di una sonrisa, y ella no me lo devolvió más bien una mirada de ira.
"TRAGAR SALIBA"
Genial, ahora ¿que hice?
En estos momentos estoy en clase, y si, no estamos haciendo nada.
El profesor ni siquiera está en clases.
—PLAN-PLAN —el sonido de la campana.
Indica que ya acabaron las clases.
Merry se levantó de su asiento.
—Hasta mañana Merry —¿acaso está planeando sin despedirse?
—Hasta mañana.
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En estos momentos, estoy perdido. Ni siquiera sé dónde estoy exactamente. Decidí perder el tiempo deambulando por todas las instalaciones de la prepa.
Mientras caminaba, escuchaba fragmentos de conversaciones de los estudiantes por allí y por acá.
—Oye, ¿viste a Emily?
—Sí, es muy hermosa. ¿Has oído los rumores? Parece que ya está saliendo con alguien. La vi hablando muy feliz con un chico en el comedor.
¿Quién será ese chico? No vi a ningún chico acercarse a mi hermana.
Pasé cerca de los estudiantes y me dirigí hacia un edificio viejo que vi a lo lejos. "Espero que esté vacío", pensé.
—Wao —susurré, al llegar al lugar.
Al costado del edificio había una escalera que llevaba hasta la azotea. Decidí subir, buscando un lugar tranquilo.
Al llegar arriba, el viento helado me golpeó con fuerza, pero la vista era impresionante. Desde allí, se podía ver toda la cancha de atletismo.
Me acerqué a la barandilla, respiré hondo y busqué en mi mochila la botella de agua que había comprado durante el día. Metí mi mano izquierda en el bolsillo del pantalón y llevé la botella a mi boca con la mano derecha.
—Hola, ¿qué estás haciendo acá? —preguntó una voz.
Miré de reojo. Era nuestro tutor, Jorh.
—Buenas tardes, profesor.
—Oh, por favor, dejemos las formalidades. Solo estamos nosotros dos. Aún no me has respondido la pregunta —dijo con una sonrisa fingida.
—Nada, profesor. Solo me gusta observar.
—Mmm, bueno, si tú lo dices. Por cierto, no sé cómo te llamas.
—¿Raro? Pensaba que los tutores tenían la lista de los nombres de sus estudiantes.
—Sí, tienes razón. Pero, ¿cómo voy a saber qué nombre corresponde a quién? —dijo con la misma sonrisa fingida.
—¿No lo intenta por descarte? Fui el único que no se presentó. Entonces, si vio la lista, recordaría que falta un nombre por presentarse, y ese nombre solo puede corresponder al único estudiante que no se presentó.
—Vaya, no lo vi de esa manera —se echó a reír—. Eres bastante perspicaz, Dylan.
—Supongo que es una habilidad que se desarrolla con el tiempo —ja si sabia mi nombre.
Jorh se quedó mirando el horizonte. El silencio entre nosotros era cómodo
—¿Y tú qué haces aquí, realmente? —pregunté, rompiendo el silencio.
—Ah, solo necesitaba un respiro. A veces, uno necesita un lugar tranquilo para pensar.
—¿Y el profesor no puede tener un lugar tranquilo en su propia oficina?
—Ja, muy gracioso. No, no es lo mismo. Compartimos todos los profesores de primero una misma sala, también, A veces, el aire fresco y una buena vista ayudan a ordenar los pensamientos.
—Entiendo. Bueno, supongo que ambos encontramos un buen lugar para reflexionar.
—Sí, parece que así es —dijo Jorh, mientras miraba la cancha de atletismo con una expresión pensativa.
El viento seguía soplando, y por un momento, compartimos ese pequeño rincón de calma en medio del bullicio del colegio.
—¿Profesor, lo hizo a propósito? —pregunté, intentando mantener la calma.
—¿De qué hablas, Dylan? —respondió el profesor.
—Perdón, tal vez no me entendió. ¿Por qué no retuvo a mis compañeros cuando me estaba presentando?
—¿Acaso te importa? —dijo, con una mirada curiosa.
—No, no me importa, pero solo quiero saberlo, profesor.
—Lo hice porque viste a través de mi humilde plan.
—¿Cuál? ¿El de presentarse?
—No, ese no. El de usar a Roir como conejillo de indias para que perdiera el tiempo.
—¿Acaso no le gusta enseñar? —inquirí, confundido.
El profesor comenzó a sacar una botella metálica de su bolso.
—¿Quieres?
—Lo siento, no tengo edad para beber —dije, levantando una ceja.
—Pero ¿quién dirá que bebiste? Solo estamos los dos.
Me quede en silencio.
—Jajaja, me gusta tu actitud, niño. ¿Desconfías mucho de las personas? ¿Así es como te proteges?
—No, solo que la confianza y la traición son caras de la misma moneda —respondí, sin dejar de observarlo.
—Respondiendo a tu pregunta anterior, no es que no me guste enseñar, solo que hoy no tenía ganas.
—¿En serio, solo por eso? —no podía creer que su motivación fuera tan trivial —Pero, ¿no corre peligro? Si le avisamos a los auxiliares...
—No tengo miedo. Además, yo tampoco te retuve esta mañana.
¿Esta mañana? ¿Acaso sabe que llegué tarde? "TRAGAR SALIVA".
Parece que el profesor notó mi preocupación y comenzó a reírse.
—¿Un secreto por otro secreto, Dylan?
—Profesor, ¿a qué quiere llegar?
—Nada, no quiero nada en particular. Solo me pareciste interesante. Disfruta tu vida en la preparatoria, Dylan. Oh, y te daré un consejo: no te unas al club de música —¿En serio? Era al club al que quería unirme —Se está haciendo tarde, Dylan. Ya cerrarán la puerta de la preparatoria. Corre a tu casa, o ¿quieres que te acompañe?
—No es necesario, profesor. Gracias por el consejo. Hasta mañana.
Comencé a bajar por las escaleras de emergencia, mientras pensaba en todo lo que había dicho el profesor. ¿Qué estaba tratando de insinuar? ¿Por qué el consejo sobre el club de música? No debe ser nada importante.
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En este momento estoy afuera de la prepa, vaya profesor más raro, pero si no quiere nada de mi parte, entonces llevemos la fiesta tranquila.
A lo lejos vi una figura conocida, una chica con dos colas y unos anteojos color morado.
--¿Merry? Que estás haciendo a estas horas.
Escuche como un sustito.
—D-Dylan, eras tú. Nada, solo estaba pensando en algo —dijo Merry, evitando mi mirada.
—¿En qué estabas pensando? —pregunté, curioso.
—Una tontería sin importancia —respondió, con una pequeña sonrisa.
—Bueno, ya es muy tarde para que vayas solo a casa. ¿Te gustaría que te acompañe? —ofrecí, intentando sonar casual.
—Lo siento, no quiero que uses tu preciado tiempo —dijo ella, con un gesto de incomodidad.
—Oh, no te preocupes. Realmente no es un problema —vi cómo se sonrojaba un poco.
—Bueno, está bien. Pero solo hasta la estación del tren, ¿vale?
Le di una sonrisa cálida. Merry me devolvió una sonrisa tímida y alcé mi mano.
—Déjame llevar tu mochila —dije con una sonrisa amplia.
Pensé que podría resistirse, pero para mi sorpresa, me la entregó sin dudar. Comenzamos a caminar bajo la luz cálida del atardecer, y el silencio se hizo cómodo entre nosotros.
—Muchas gracias, Dylan —dijo Merry al llegar a la estación del tren.
Le devolví la mochila, sintiendo un pequeño destello de satisfacción.
—No es nada, Merry. Solo hice lo que cualquier persona haría —respondí con una sonrisa.
Merry subió al tren, y tras un rato, la vi alejarse. Me quedé allí un momento, observando cómo el tren se perdía en la distancia.
Uf, ya está bastante oscuro. Solo la iluminación de los faros y el viento helado me acompañan. Me dirigía a la tienda de libros que, para ser honesto, nunca termino de acostumbrarme al nombre.
—Ti rin —sonó la campanita al ingresar. Un sonido familiar y acogedor.
—Buenas tardes —saludé a Prirs Rears, el compañero de trabajo que me gana por un año en edad y también en año escolar. Es un tipo de cabello azul y ojos celestes, con una piel tan blanca como la nieve. No te dejes engañar por su apariencia; puede ser bastante…
—Buenas tardes, Dylan. ¡Llegaste 10 minutos tarde! —exclamó Prirs, con una sonrisa traviesa—. Así que ahora me debes un refresco.
—¿Siempre con el mismo cuento? —le respondí, tratando de ocultar una sonrisa—. Esta vez, no tengo nada que ofrecerte.
Prirs me miró con sus grandes ojos y juntó las manos como si estuviera haciendo una petición divina.
—Oh, seguro que tienes algo para dar —dijo, sonriendo con picardía.
—Jamás te lo daré. Si tanto lo quieres, corre y pídelo tú mismo —dije, dando un ligero empujón juguetón en su dirección.
Me dirigí al vestuario y me puse el uniforme: una camisa amarilla y pantalones blancos, junto con un delantal con el nombre de la tienda: "Él, mata libros". ¡Vaya nombre tan peculiar para una librería!
—Bueno, ¿dónde debo llevar esta caja? —murmuré, mirando la caja llena de libros.
—Llévala al almacén —dijo Prirs, encogiéndose de hombros.
—¿No estaba prohibido entrar al almacén? —pregunté, recordando las reglas anteriores.
—Ya no. El dueño nos dio permiso —respondió, guiñándome un ojo.
Me dirigí al almacén, que está en el sótano. La iluminación es mínima, y está lleno de telarañas y polvo, desde cuando no entran a limpiar. Oh, genial, había un banco. Sabes, hice mucho durante todo el día, así que me tomaré un descansito.
Me senté, miré el techo y cerré los ojos, respirando lento para relajarme.
—¿Qué haces acá? Vuelve a tu puesto —dije, aun mirando el techo con los ojos cerrados—. Si alguien viene, no podrá ser atendido.
Escuché que alguien estaba jalando un banco.
—Uh, ¿por qué te sentaste? —abrí los ojos para verlo, estaba muy cerca, así que me alejé inconscientemente.
—Haré cualquier cosa para que me des su número —repuso Prirs.
—¿No eras su amigo de infancia? Simplemente acércate y habla. Además, tendrás más oportunidad, ya que está asistiendo a la misma prepa que yo.
—Si fuera tan fácil como tú lo dices, lo haría… —¿En serio? Pero es fácil. Simplemente te acercas y dices: "Hola, cuánto tiempo, Emily". Casi lo digo, pero mejor no —Pero ahora, no viste cómo relució en el discurso —dijo Prirs. Espera, ¿cómo sabe eso? El discurso solo estaba programado para los de primero —Además, escuchar esos rumores en el primer día de clases casi me hizo llorar.
Parece que, si lo hizo llorar, porque ahora también está llorando.
—Snif —se le está saliendo el moco por la nariz.
—¡Uwah! ¡¿estás bien, Prirs?!
Oye, ¿qué le sucede a esta persona? Saqué de mi bolsillo un rollo de papel higiénico.
—Toma, límpiate con esto.
—Gracias, Dylan.
Miré un poco a mi alrededor, ya que muy pocas veces puedo entrar al almacén, solo cuando en el gerente nos da permiso.
—Ya regreso, no te muevas de acá, ¿vale?
Prirs asintió.
En este momento estoy en la "cocina" de la tienda. Bueno, en realidad, es solo una mesa en el centro con algunas bebidas y bocadillos. Encontré una bolsa de té y agua caliente.
—Perfecto —susurré.
Preparé una taza de té y volví al almacén. Él aún se encontraba sentado.
Oh, santo cielo, su cara está roja, ojos rojos, y está moqueando.
—T-ten esto, te relajará un poco ¿Mucho mejor, Prirs?
—Sí, muchas gracias, Dylan.
Justo cuando estaba pensando en una excusa para que moviera su trasero, a lo lejos se escuchó el sonido de la campana.
—No te preocupes, Prirs. Tú descansa un rato, yo voy a atender —dije sonriendo.
—Nuevamente, muchas gracias, Dylan.
Subí las escaleras.
—Adiós —dije susurrando.
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Uf, hoy sí que hubo ventas, estuve trabajando como un burro. ¿Dónde está Prirs? Cuando me dirigí a la cocina, lo encontré allí.
—¿Prirs?
Se encontraba sentado sobre sus piernas, con una cara de felicidad mientras comía todos los bocadillos. Hace rato estaba llorando sin parar ¿Cómo puede alternar sus emociones tan rápido?
—Oh, Dylan, ven, están ricos los bocadillos, ven, te invito.
¿Invitar? Esos bocadillos los deja el jefe para nosotros dos. Me puse enfrente, extendí mi mano para agarrar un poco de pan relleno con manjar, pero sentí.
—¡Plash!
Levanté mi mirada a mi compañero.
—¿Por qué hiciste eso, Prirs? —dije con una cara un poco chocada.
—Oh, perdón, no volverá a ocurrir —me respondió con una sonrisa.
De nuevo extendí mi mano para agarrar un poco de pan, pero se escuchó de nuevo el ruido sordo.
—¡¡¡Prirs!!!
—Perdón, perdón, es que estos bocadillos solo pueden comerlos los que trabajaron.
¡¿Qué acabas de decir?! Yo trabajé todo el día como un burro.
—Así que, Prirs —me aclaré la garganta—, ¿me puedes decir qué hiciste durante tu turno de trabajo?
A Prirs se le borró la sonrisa y sus brazos cayeron de la mesa al suelo.
—OK, tú ganas, toma, aquí lo tienes.
Al fin podré comer. Llevo toda la tarde sin comer. Fin del trabajo, me estoy dirigiendo a mi casa. Lamentablemente, no comí nada. Prirs me vio comer el último pan relleno con lágrimas en los ojos, así que se lo di.
Le dije a Prirs que le comunicara al dueño que ya no podré trabajar el tiempo correspondido, ya que estaré estudiando y haciendo deberes.
"GRRRR", mi estómago rugió de nuevo. En serio, tengo mucha hambre. Pero me consuela el pensamiento de que en casa me está esperando mi hermanita. ¿Qué habrá cocinado? Solo de pensarlo se me hace agua la boca.
El camino está bastante oscuro, pero por suerte esta calle no es tan peligrosa. Desde el trabajo hasta casa son unos 30 minutos. Lo soportaré.
Agarre mi celular para leer los mensajes de mi hermana.
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¡Espera, espera! Eso significa... ¿que no cocinó?
En ese caso, no debí darle ese pan a Prirs. "Snif," se me sale el moco por la nariz y las lágrimas por los ojos. Lo recalco: hoy definitivamente no es mi día de suerte.
Después de una intensa llorada, me encuentro frente a la puerta de la casa. Todas las luces están apagadas; nuestros padres llegarán más tarde. "¿Mi hermana ya habrá llegado o seguirá afuera?", me pregunté.
Abrí la puerta.
—¡Ya volví! —No hubo respuesta. Caminé por la sala a oscuras hasta llegar al interruptor.
Después de encender las luces, me dirigí a la mesa. No había nada. "Tragué saliva," y me acerqué al refrigerador, con mi última esperanza de encontrar algo para comer.
Nada. No había nada. Caí de rodillas frente al refrigerador y empecé a llorar.
—Guau, pero mira qué horas son. ¿Qué hiciste con Merry?
¿Eh? Si siempre llego a esta hora... Me quedé callado y giré la cabeza para verla. Mi hermana llevaba una camiseta bastante larga. ¿Por qué me parece conocido esa acamiseta? Le llegaba hasta la mitad de los muslos, y estaba despeinada.
—¡Oh hermanita! Llegaste en el momento adecuado —me limpié las lágrimas—. ¿Qué hay para comer?
—¿Perdón? Dije en la mañana que solo comerías los desayunos que preparo.
¿¡Qué!? ¿Dijo eso? No lo recordaba. Me quedé en silencio.
—¿En serio no te acuerdas? —dijo con una cara decepcionada.
—Lo siento, hermanita, pero solo por esta vez, ¿podrías hacer una excepción?
Escuché un "¡Amou!"
—Está bien, hermano, pero me debes un favor —dijo sonriendo.
Después de un rato, mi hermana volvió con lo mismo que había preparado en el desayuno.
—Lo siento, no tengo tiempo para preparar otra cosa.
—Está bien, hermanita, con esto es más que suficiente —dije sonriendo.
Se sentó frente a mí, mirándome fijamente a la cara. ¿Tengo algo en la cara? Su sonrisa era brillante. Espera, ya conozco este patrón. Siempre hace eso cuando quiere algo. No me digas que ya va a pedirme el favor que le debo.
—Hermano, mientras estabas afuera, después de venir con mis amigas, entré a tu cuarto y vi está camiseta en tu armario...
Apoyó sus codos sobre la mesa, juntando las manos en un gran puño.
—Así que quería preguntarte si me darías este polo que llevo puesto...
"No, jamás. Ese polo me lo regaló alguien especial, lo siento hermana," pensé en decir, pero, ¿cómo puedo decir que no después de que me salvó de este apuro? No me digas que esto lo planeó con anticipación. Levanté la mirada y vi cómo sonreía de manera maliciosa. Genial. No sé qué hacer. Mientras intentaba pensar en la mejor manera de rechazarla, ella continuó.
—No me dirás, hermano, que te lo devuelva, ¿no? Porque debajo de la camiseta no llevo nada puesto.
¡Esa información sobraba, hermana! Aaa, ya fue, lo siento.
—Sí, hermana, te lo puedes quedar —le respondí con una sonrisa.
Mi hermana se estiró desde su silla para abrazar mi cuello. Oh santo cielo, era evidente que no llevaba nada debajo de la camiseta. No, ¿en qué estoy pensando? Usé un poco de fuerza para soltarme de su abrazo.
—Está bien, hermanita, es todo tuyo.
—Gracias, hermano. Bueno, ya me voy a dormir.
Después de que mi hermana se fue, me quedé solo, comiendo en silencio. "Um, qué silencio", pensé. Al terminar el sándwich que me había preparado, me dirigí al lavavajillas. No había ni un solo cubierto sucio. ¿En qué momento mi hermana lavó todo?
Subí las escaleras hacia mi habitación, me desvestí y me di una buena ducha. Luego me sequé el pelo con la secadora y me dejé caer sobre la cama.
—¡AUCH! Hermano, deja dormir.
¿Eh? ¿Qué hacía mi hermana en mi cuarto? Espero que no me haya visto mientras me duchaba. Miré a mi alrededor, pensando que quizá me había equivocado de habitación, pero no, esta era la mía.
—Hermanita, te confundiste de cuarto. Esta es mi habitación —le dije con una sonrisa nerviosa.
—Ya lo sé, hermano —se dio la vuelta, dándome la espalda—. Hace tiempo que no dormimos juntos. Solo quiero recordar esos tiempos.
Es cierto, ya hacía unos nueve años que no dormíamos juntos. Cuando teníamos siete años, a mi hermana le daba miedo dormir sola, así que siempre venía a mi cuarto.
—Hermanita, ya estás grande. No cabemos los dos en la misma cama —le dije aún más nervioso.
No hubo respuesta, solo escuché un "GRRRR". Genial, ya se durmió y encima está roncando.
Me enderecé, la destapé y, con una manta que tenía guardada por ahí, la volví a tapar. Fui al pasillo que conecta nuestras habitaciones, encendí la luz y abrí la puerta de su cuarto. Volví a mi habitación y la cargué en mis brazos.
—Oh santo cielo, ¡cómo pesa! —susurré.
Mientras la llevaba, ella me abrazó más fuerte por el cuello y murmuró algo.
—Ethan... él es mi hermano.
¿Ethan? ¿Quién es ese? No lo conozco. Vaya, parece que ese tal Ethan ha flechado a mi hermana.
Al llegar a su habitación, la dejé en su cama. Traté de soltarme de su abrazo, pero fue difícil. "Vaya agarre que tienes, hermana", pensé. Finalmente, logré liberarme y la tapé bien con las frazadas.
—Dulces sueños, hermanita.
Justo cuando estaba cerrando la puerta, escuché algo muy bajo, tan bajo que casi no lo oí.
—Tú también, hermano.
¿Eh? Abrí la puerta de golpe, pero solo escuché los ronquidos de mi hermana. Bueno, tal vez fue mi imaginación.
Apagué las luces del pasillo, volví a mi cuarto y me dejé caer sobre la cama.
—Aaaaah, dulces sueños, Dylan —dije sonriendo.
Cerré los ojos y pronto me sumergí en el mundo de los sueños.